Desarrollando valores cristianos en los niños
El desarrollo de la niñez desde la perspectiva Bíblica...
Desarrollando valores cristianos en los niños
Introducción
Recientemente se celebró el día del niño en Costa Rica, al igual que se celebra en muchas naciones. No faltan las propuestas, promesas salvadoras y compromisos políticos para un futuro mejor para la niñez.
I. DIOS TIENE UNA VISION DE TRANSFORMACION
2 CORINTIOS 5: 17: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura ES; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (La dimensión del aquí y ahora)
ISAIAS 65: 17: Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento .
ROMANOS 12:2: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
II. NIÑOS Y NIÑAS ESTAN EN EL CORAZON DE DIOS
MARCOS 9:37: El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió.
LUCAS 18:16:
Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el Reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
MATEO 21:16:
Sí, nunca leisteis: De la boca de los niños y de los que maman, perfeccionaste la alabanza.
III. NIÑOS Y NIÑAS SON PARTE DE UNA FAMILIA Y COMUNIDAD.
DEUTERONOMIO 4:9 Por tanto, guárdate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos , y a los hijos de tus hijos.
HECHOS 2:39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
EFESIOS 6:1-4 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa
Y vosotros padres, no provoques a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
IV. MINISTERIO CON NIÑOS REQUIERE SOSTENIBILIDAD
Si los niños y niñas son parte de una visión de Dios para transformar al mundo; Si los niños y niñas están en el corazón mismo de Dios y Si los niños y niñas son parte de una familia y comunidad, entonces la opción viable para facilitar su desarrollo, tiene que estar comprometida con sostenibilidad.
PROVERBIOS 22:6 Capacita al niño sobre como debe vivir. De esa manera, llegará a viejo y nunca se le olvidará.
ISAIAS 65: 19-20
Y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muere de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla.
LUCAS 2:52 Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.
V. PREGUNTAS DE REFLEXION
Cómo percibimos a los niños en nuestro ministerio en la iglesia para servirlos?
Cuáles son las características principales del ministerio que realizamos con los niños?
De que manera esas características son congruentes o no con la visión de Dios?
Qué compromisos podemos adquirir para evitar el paternalismo y promover un desarrollo de los niños que promueve su sostenibilidad en la vida, congruente con la voluntad de Dios?
por Arturo Másquil
http://www.desarrollocristiano.com/articulo.php?id=405
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miércoles, 15 de mayo de 2013
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jueves, 7 de febrero de 2013
Educando con sabiduría
Tristeza, amargura, odios, sentimientos de culpa,
violencia intra familiar y otras sensaciones negativas, es lo que ha ocasionado
la malacrianza de los hijos, una de las más grandes calamidades que ha azotado
a las familias a través de los tiempos.
Esto me recuerda las palabras
del salmista quien dijo: “Si son destruidos los fundamentos, ¿qué puede hacer
el justo?” (Sal 11:3) ¡Fundamentos! ¡Qué palabra! Quisiera, con brevedad,
esbozar algunos fundamentos que al tenerlos en cuenta nos ayudarán a criar
hijos en el temor de Dios. Tomando prestada la idea del salmista convendría
preguntarnos: ¿Qué han de hacer los padres creyentes en Dios con respecto a la
crianza de sus hijos? ¿Cuál es la forma más apropiada?
Brindarles
amor incondicional
Sólo esta relación amorosa puede
garantizar el crecimiento de sus hijos hasta alcanzar un desarrollo integral
pleno. Esto significa querer al niño sin importar su aspecto físico, sus
debilidades, sus fortalezas, su manera de ser. Amor incondicional es aceptar a
nuestros hijos tal cual son, aunque no encuadren dentro de nuestros estándares
de inteligencia, emociones, belleza y fortaleza física.
Como predicador que soy me
gusta mirar a cada persona a los ojos no sólo para ganar su atención sino
también para decirles con mi mirada que lo que estoy predicando es para ellos,
para cada uno en particular. La mirada directa es decisiva para conseguir un
buen contacto comunicativo. Igual hago cuando hablo con mis dos hijos, los miro
fijamente a los ojos y les expreso con ellos, mi cariño, aprobación, enojo,
tristeza. Ellos saben cuando los miro fijamente a los ojos que no estoy
jugando, que el asunto es serio.
El contacto físico es también
algo de suprema importancia. Crecí en un hogar donde el único contacto físico
que tenía, eran los puños violentos, los puntapiés, los garrotazos y demás, que
mi padre me propinaba ante la más leve falta que yo cometiera, sin contar las
obscenidades que me gritaba. Al ser cristiano y recibir de Dios el mandato de
no exasperar a mis hijos, una de las cosas que más deleite me produce es
abrazar a mis hijos, poderlos besar, acariciar, jugar con ellos. ¡Qué bendición
poder hacer esto! Los padres no debieran albergar sentimientos de culpa al
hacer esto por causa de los pedófilos, machistas, y prejuiciados. ¡NO! A través
del contacto físico adecuado transmitimos a nuestros hijos amor, seguridad,
amistad, confianza.
En este punto conviene también
decir que la disciplina con amor y con propósito es muy necesaria para el
desarrollo seguro de nuestros hijos y nunca debe pasarse por alto. Debe
administrarse un castigo apropiado. Normalmente al castigar a mis hijos,
primero les explico la razón por la cual los castigo y les dejo manifiesto que
no es placentero para mí hacerlo, pero por el bien de ellos lo tengo que hacer.
Proverbios 13:24 dice: El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el
que lo ama, desde temprano lo corrige.
Ayudándolos
espiritualmente
Es muy importante que los
padres conozcan a Dios y mantengan una comunión íntima con Él. Su cristianismo
debe ser práctico si quieren afectar a sus hijos para esta vida y para la
eternidad. Debe ser un cristiano genuino. De otra forma, debo decirlo, sus
esfuerzos por criar bien a sus hijos serán muy limitados, si no vanos.
No es posible obligar a los
hijos a que sean cristianos. En los asuntos espirituales es necesario tratar
con su hijo con seriedad y razón, con calma, de igual manera que lo hace con
otros asuntos. Tenga confianza en la Palabra de Dios. Lea la Biblia diariamente
en su presencia.
Tome tiempo para orar con cada hijo individualmente y también
en el Altar Familiar (culto familiar cotidiano). Miguel Esteban, mi hijo de 13
años, ha leído la Biblia ya por seis ocasiones y a mediados de este año termina
su séptima lectura. Marcos Miguel, el menor, de nueve años, ya la leyó una vez
y va bien adelantado en la segunda lectura. Ellos siempre han visto a sus
padres leyendo la Biblia. Y los hijos imitan todo lo que ven. – ¿Qué están
viendo sus hijos en usted?
Los padres cristianos deben
ejercer toda la diplomacia y la sabiduría que Dios puede darles para animar a
los hijos a acercarse a esta decisión importante. Permita que la convicción del
pecado tenga su efecto completo. No hay que perder esta oportunidad. ¡Gánese a
sus hijos para Cristo! (Dt 11:19-20)
No espere hasta que su hijo
esté envuelto en un accidente y lo lleven al hospital. No espere hasta que por
un crimen lo lleven a la cárcel. Acuérdese del lamento amargo que David hizo
por Absalón. Es un lamento largo que le consumirá el corazón (2 S 18:33).
El
secreto es comenzar temprano
Los niños en su tierna edad,
pueden tener una experiencia espiritual. Los padres deben tratar de que su hijo
acepte a Cristo, haga una confesión pública, se bautice en agua, participe de
la Cena del Señor con regularidad, y se haga miembro de la iglesia. Esto debe
ser nuestro blanco y no se debe postergar hasta que sea un joven. Esto debe ser
la meta de todo padre tan pronto que el hijo llegue a la edad de
responsabilidad.
Lucas, un médico que conocía
de ataques y posesión satánica nos cuenta en su evangelio de un padre
desesperado que no podía seguir su trabajo viendo la manera en que el pecado
estaba destrozando a su hijo. Él dijo al Hijo de Dios: “Maestro, te ruego que
veas a mi hijo, pues es el único que tengo” (Lc 9:37-43). Este hombre pudo
llevar a su hijo a casa en su juicio cabal, y no sin aprender la lección de
ayunar, orar y creer por la libertad de su retoño.
¿Qué está haciendo usted padre
por sus hijos? ¿Qué está haciendo usted madre en su propia casa? Recuerde que
si se pierden los fundamentos, no hay nada que hacer. ¡Dios los asista en su
labor de padres!
Miguel Benavides, http://www.conpoder.com/educando-a-nuestros-hijos-sabiamente/
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lunes, 7 de enero de 2013
Caractericas de una vida cristiana
En la vida hay cosas que a veces nos pueden parecer maravillosas, únicas o hasta incomparables, pero nada en el mundo se puede comparar con estar y experimentar la presencia de Cristo. Y cuando le servimos en alguna área del ministerio, es más importante tomar en cuenta algunas cosas que necesitamos tener en nuestra vida cristianan
Nosotros como jóvenes cristianos, debemos estar siempre buscando mas y mas de la presencia de Dios, y no darle al enemigo la oportunidad de venir a poner en nuestra mente ideas negativas, y hacer que el gozo de Dios se aparte de nuestras vidas. Recuerda joven; siempre debemos estar gozosos y tratando de experimentar cada vez mas a Cristo.
En filipenses 4:4-9, se expresa la definición de la realidad interna de una persona que vive y experimenta a Cristo. No podemos pensar en experimentar la presencia de Dios, si no estamos realmente dispuestos a hacerlo, en estos versículos, la palabra de Dios nos da nueve características que nosotros como jóvenes cristianos, debemos reunir para llevar una verdadera vida cristiana.
1. Estar siempre alegres: según el versículo 4, debemos estar siempre gozosos y regocijados. En libro de Filipenses las palabras gozo o regocíjense, se repite de 12 a 14 veces, entonces podemos ver que la clave para disfrutar de la verdadera presencia de Dios, es estar siempre gozosos, esto nos ayudara a cumplir o convivir con las otras características de la vida cristiana.
2. Ser gentiles (compresivos): en el versículo 5 la palabra de Dios nos dice que debemos como cristianos ser compresivos, quiere decir que no debemos tener en nuestras vidas vanagloria, debemos estar libres de toda rivalidad, murmuraciones, resentimientos y no discutir con otras personas. El Señor esta cerca, no debemos estar preocupados y debemos dejar que las personas que están a nuestro alrededor, nos vean y conozcan como personas moderadas, tranquilas, compresivas, que no nos irritamos ni molestamos, que estamos con paz y sosegados. Este es un aspecto que muestra una persona que vive a Cristo.
3. No ser afanados (preocupado, angustiados, inquietos): En el versículo 6, se nos dice que no seamos ansiosos, dice la palabra de Dios en este versículo, que no nos preocupemos por nada, si no que oremos y confesemos nuestra necesidad y demos gracias. El enemigo constantemente trae la preocupación, los problemas, la ansiedad, el afán a nuestras vidas y nos aleja de la comunión con Dios, por eso debemos llevar una vida que sea la expresión de Cristo y no preocuparnos, si no orar y dar gracias, creyendo que Dios escuchó y contestará nuestra necesidad, según nos dice Mateo 6:25 “...no os afanéis por vuestra vida, que habéis de comer o que habéis de vestir...”
4. Verdaderos: Debemos ser verdaderos en un vivir con Cristo, no falsedad, no mentiras, no debemos hacer nada en forma ligera sin pensar, solo debemos estar con la verdad y con trasparencia ante todo.
5. Honorables: Debemos tener dignidad, ser respetuosos con las personas que están a nuestro alrededor, que vean en nosotros cristianos honorables de verdad.
6. Justos: En Santiago 5:16, dice “...La oración eficaz del justo puede mucho...”, por lo tanto hay actuar correctamente esperando que Dios apruebe nuestros actos.
7. Puros: Debemos ser sencillos en nuestras acciones y hacer lo moralmente limpio ante los ojos de Dios.
8. Amables: En la sociedad en la que nos desenvolvemos, ser amable abre muchas puertas, por eso es mejor ser amable que no ser groseros o antipáticos, debemos como jóvenes cristianos tratar de darnos a querer por las personas que nos rodean.
9. Buen nombre: Hacer las cosas dejando una buena reputación, ser corteses, considerados y de buena fama, que se hable bien de nosotros como cristianos.
Cuando hayamos cumplido o adquirido estas características, la palabra de Dios nos dice que pasara con nosotros en el versículo 7, “Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardara vuestro corazón y vuestro entendimiento en Cristo Jesús”, además el versículo 9 nos dice “... y el Dios de paz estará con nosotros”.
Si tenemos a Cristo en nuestro corazón y queremos experimentar y vivir a Cristo, debemos aceptar y adoptar estas características, y hacerlas parte mi vida, solo pidamos a Dios que nos ayude a ser mejores jóvenes y nos de sabiduría para aprender a experimentar su presencia.
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martes, 13 de noviembre de 2012
Bendiciendo a sus hijos
Como consejero, muy a menudo veo los beneficios y los resultados desgarradores de las elecciones que hacen los padres. Algunas veces es como si escuchara el lloro de Esaú al darse cuenta de que su hermano, Jacob, se había llevado la bendición de su padre: "Pero Esaú insistió: '¿Acaso tienes una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!' Y
se echó a llorar" (Génesis 27:38).
La súplica desesperada de Esaú por obtener la aprobación de su padre puede escucharse actualmente en las familias. Los jóvenes están sedientos por obtener la aceptación de sus padres — anhelan que su madre y padre reafirmen su valor.
La súplica desesperada de Esaú por obtener la aprobación de su padre puede escucharse actualmente en las familias. Los jóvenes están sedientos por obtener la aceptación de sus padres — anhelan que su madre y padre reafirmen su valor.
Satisfacer la
necesidad que tienen sus hijos de obtener afirmación no tiene que ser
difícil. Una de las maneras de lograr esto es hacer lo que yo llamo “la
bendición”. Esta bendición tiene cinco elementos definidos para forjar a
sus hijos e hijas, y ayudarles a entender el valor que tienen en su
familia y delante de Dios. Esos cinco elementos son:
-tacto apropiado y significativo.
-palabras de amor y aceptación.
-valor puesto en el niño(a).
-reconocimiento de un futuro especial.
-compromiso genuino.
Interpretándolo para su niño(a)
-tacto apropiado y significativo.
-palabras de amor y aceptación.
-valor puesto en el niño(a).
-reconocimiento de un futuro especial.
-compromiso genuino.
Interpretándolo para su niño(a)
Aunque esta bendición contiene cinco elementos, cada niño(a) es único e interpretará esos cinco elementos de manera diferente. Para mi hija mayor, quien tiene una personalidad entusiasta, tacto apropiado significó un abrazo en la mañana. Mi hija menor se sintió afirmada al sentarnos, mi esposa o yo, enseguida de ella por un largo rato, quizás al leerle una historieta.
La edad es también un factor importante en cuanto a cómo el niño(a) recibe una bendición. A medida que vaya creciendo, su hijo o hija tal vez requiera un tipo de afirmación diferente. Una parte de mostrarle a sus hijos su aprobación y el valor que ellos tienen, es descubriendo cómo afirmarlos de una manera en la que ellos puedan entenderlo.
Bendiciendo a niños en edad preescolar y a párvulos
Los padres de familia pueden cantarles una bendición a los niños pequeños, aún cuando los niños no entiendan todo lo que se está diciendo. Cuando nuestras niñas estaban entre las edades de 2 y 6 años, mi esposa y yo les cantábamos una canción que habíamos creado especialmente para ellas. Decía: "Buenos días, Buenos días, ¿cómo amaneciste? El Señor te bendiga y te guarde todo el día." La canción era simple, pero ayudaba a nuestras hijas a empezar cada día con palabras que hablaban de nuestro amor y el amor de Dios hacia ellas.
Los niños pequeños son afirmados, y sus corazones se mantienen abiertos a Dios, cuando diariamente escuchan palabras referentes al amor que tiene sus padres, y Dios, por ellos.
Afirmando niños de edad escolar:
A medida que nuestras hijas crecían, mi esposa y yo buscamos maneras en las que pudiéramos seguir bendiciéndolas. Nos dimos cuenta que podíamos hacer esto durante el tiempo que nos tomaba llevarlas a la escuela.
Primero, permitíamos que nuestras hijas escogieran un CD para escucharlo mientras conducíamos. Luego, cada mañana, después de escuchar esta canción, mi esposa o yo nos estacionábamos frente a la escuela, volteábamos a verlas, tomábamos sus manos y orábamos por ellas y por su día. Tal vez orábamos por la amistad de una de ellas con alguien o por un examen ese día. Esta oración rápida e individualizada incluía tacto significativo y las unía con el futuro especial que Dios tenía para ellas ese día. Antes de bajarse del auto, ellas sabían que nuestro amor iba con ellas.
Usando bien las palabras con los adolescentes:
Para los jovencitos, la bendición puede ser aún más poderosa — particularmente cuando usted usa todos los cinco elementos como reacción a los retos y dificultades del adolescente. Eso es lo que mi madre hizo por mí cuando yo estaba en el último año de preparatoria.
Nunca olvidaré que estaba sentado cabizbajo en la vieja mesa, esperando lo que yo asumía que iba a suceder: Ella repetiría las palabras de los otros: "¿Por qué no puedes desempeñarte tan bien como tu hermano? Son gemelos, ¿o no?" Ese día, mi profesor dijo más que eso con sus acciones.
Él sostuvo mi trabajo escrito final como si estuviera cubierto con moho. Luego torció sus ojos antes de entregármelo. El resto de la clase tenía una sonrisa de complicidad y me hicieron bulla. Una calificación muy baja estaba escrita sobre mi trabajo, subrayada con pluma roja y en grande.
Esa no era mi primera calificación baja, pero había trabajado bastante duro con ese escrito. Y, si bien, pasé por alto la instrucción de mi profesor de incluir notas a pie de página, él puso en claro que yo era un perdedor. Esperé a que mi mamá terminara de leer mi trabajo escrito.
Finalmente habló. "John, mírame."
Ella ya había leído el trabajo final escrito por mi hermano gemelo — por el cual él había obtenido la más alta calificación, como siempre. - "Mírame," repitió.
Levanté mi cabeza, solo lo suficiente como para que mis ojos vieran sus ojos. Cuando lo hice, ella tomó mi mano al otro lado de la mesa. Mi madre tenía artritis reumatoide, y sus manos estaban retorcidas y dobladas. Su empuñe era increíblemente suave, pero una vez que sujetaba mi mano no podía zafarme sin lastimarla y hacerla llorar. Estaba atascado.
Me sentí quebrantado y avergonzado.
Ella dijo, "John, pudiste haberme despertado y te pude haber ayudado con las notas a pié de página." Cuando bajé mi cabeza nuevamente, ella continuó, "No me importa lo que tu profesor dijo o escribió. Tú haces un buen trabajo usando las palabras cuando escribes, que no me sorprendería si Dios usara tus palabras algún día para ayudar a la gente."
En ese momento, ella me dio un regalo que continúa moldeando mi vida hoy. Ella usó los cinco elementos de la bendición bíblica para hacerme saber que yo tenía valor:
Tacto significativo – Con su empuñe, dijo, "Te amo. Creo en ti."
Palabras de amor y aceptación – Las palabras de mi madre fueron directas, y aún cuando lo que ella decía no era lo que yo quería escuchar, ella hablaba con una dulce amabilidad.
Valor puesto en el niño(a) – Ella vio el potencial en mí, y sus palabras hablaron de mi valor.
Reconocimiento de un futuro especial – Ella me dirigió a un futuro en donde Dios un día podría usar mis palabras para ayudar a otros.
Compromiso genuino – Mi mamá no era perfecta. Algunas veces se cansaba y frustraba conmigo, pero nunca dudé de su amor o compromiso hacia mí.
El reto de la bendición
¿Le gustaría cambiar la vida de sus hijos? Si es así, sea parte de El Reto de la Bendición — que es un millón de padres eligiendo cambiar la vida de los hijos, un niño a la vez, dando un primer paso, simple pero poderoso: escribiendo y leyéndole una bendición a sus hijos. Comparta su historia de afirmación u obtenga más información sobre este reto en TheBlessing.com.
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Dr. John Trent es el co-autor de The Blessing ("La Bendición"), un libro que muestra a los padres de familia cómo afirmar a sus hijos y a otras personas. La edición del 25vo aniversario fue publicada este mes.
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Permitiendo que Dios Sane Corazones Rotos
Las Madres y los Padres solteros deben estar consientes de la carga que los niños llevan como resultado de la pérdida o negligencia de un padre o madre.
Melodie Claire Miller
Traducido por Lucrecia Bolaños para Enfoque a la Familia. Editado por Guiselle Jiménez
El dolor de la separación y el divorcio puede ser abrumador para aquellos que quedan
atrás recogiendo las piezas de una familia rota. Desafortunadamente,
mis hijos estaban pequeños cuando su padre abandonó el hogar y tuvieron
que lidiar con sentimientos de rechazo y abandono.
Las primeras semanas fueron brutales. Reconfortar a los niños aunado a lidiar con mi corazón roto fue agotador. Tuve que sostener en brazos a mi hija Emelia de 3 años, y a mi hijo Elías de 2 años, por horas, mientras lloraban.
Elías estaba muy triste por la ausencia de su padre, pero no podía expresar verbalmente sus sentimientos. A media noche podía despertarse gritando. También surgían momentos en los que Elías vagaba alrededor del cuarto llorando, sin saber que hacer por sí mismo, hasta que colapsaba rendido en el piso. Minutos después, se ponía de pie desesperado para iniciar con el mismo patrón.
A veces lo abrazaba con un gran abrazo de oso. Otras me sentaba en el piso y lo mecía con lágrimas en la cara. Le decía: “Mamá está aquí. Te tengo. Te quiero. No llores más bebé. Elías por favor para. Estás bien. Estás a salvo. Mamá está aquí.” Para silenciarlo, le empecé a cantar a mi hijo. “Dios me quiere, así es, la Biblia me lo dice”. Finalmente, le imploraba a Dios, rogando que reconfortara el alma de Elías con la paz que solo Jesús puede dar.
Proverbios 31:8 nos dice, " Levanta la voz por los que no tienen voz; ¡defiende a los indefensos!" Por lo tanto, yo intercedía por mis hijos, que tenían su corazón roto y le pedía al Señor que los protegiera de los pecados de su padre.
El sollozo de Elías duró muchas noches. Continué abrazándolo, meciéndolo, cantándole himnos y rezando hasta que se durmiera. Su angustia fue disminuyendo poco a poco. Finalmente, durmió bien durante toda la noche.
Aprendí valiosas lecciones acerca de Dios a través de esos momentos difíciles. Comprendí que Dios es: Mi Confortador: Al principio del doloroso camino, me negué a pedirle apoyo a Jesús. Me involucré tanto en intentar averiguar qué estaba pasando y arreglar las cosas por mí misma, que al final lo que hice fue agregar más peso de lo que podía manejar.
Cristo dijo: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros. " (Mateo 11:28-30).
Dios se preocupa profundamente y conoce mis aflicciones. Dios ve mi trabajo, y conoce la angustia de mi alma (Salmo 31:7). Cuando compartí mi dolor por el corazón roto de mi hijo, mi Padre celestial sintió mi pena. Necesito recordar subirme en los regazos de mi Padre cuando me siento impotentemente sola. Él anhela amarme consolarme en medio de mi sufrimiento.
Mi Intercesor. Llevo una vívida imagen en mi mente de Dios mirándome cómo yo trataba de ayudar a mi pequeño hijo sin pedirle fuerza y guía a Él. Romanos 8:26-27 dice, " De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios."
Mi Todo en Todo. Cuando llamé a Jesús, él se asoció conmigo en el cuidado de mis hijos. No podía haber continuado sin Él. Aprendí que Dios no es solo mi Padre, pero Él también es mi Esposo y el Padre de mis hijos. Él me demostró que yo no era una madre soltera, que no estaba sola. El Señor estaba caminando cada paso a mi lado a través de valles profundos y lugares solitarios.
Los niños sufren de innumerables maneras cuando un padre o una madre faltan en el hogar. De repente y equívocamente son privados del afecto físico y seguridad emocional, aspectos esenciales para su desarrollo. Madres y padres solteros necesitan estar conscientes de la carga que llevan sus hijos como resultado de la pérdida o abandono de un padre.
Si estamos muy atrapados en nuestra soledad y dolor, fallamos en ver el dolor de ellos. Las consecuencias pueden ser graves si no ayudamos a nuestros hijos a entregar sus cargas a Dios. Por lo tanto debemos hacer lo siguiente:
Satisfacer sus necesidades. Tenemos que permanecer en Cristo todos los días para que Él pueda amar y cuidar de ellos a través de nosotros. Cuando nos preocupamos por nuestros hijos, también ministramos el corazón de Dios.
Enseñarles. Debemos demostrar y enseñar a nuestros hijos a confiar en Dios y rezar para que ellos también puedan llevar sus cargas a los pies de Jesús, que dijo: " No los voy a dejar huérfanos; volveré para estar con ustedes." (Juan 14:18). Durante este tiempo, enseñé a mis hijos sobre las promesas especiales de Dios, y fue un gran alivio para ellos. Ellos saben que É les su Padre que los escucha y siempre está disponible para hablarle.
Permitirle a Dios trabajar. Él fielmente sanará nuestras heridas y renovará nuestra esperanza, si confiamos en Él para satisfacer nuestras necesidades más profundas. Con Él, el quebrantamiento se convierte en bendición. Y las heridas de una familia se curan a través de Jesucristo.
Las primeras semanas fueron brutales. Reconfortar a los niños aunado a lidiar con mi corazón roto fue agotador. Tuve que sostener en brazos a mi hija Emelia de 3 años, y a mi hijo Elías de 2 años, por horas, mientras lloraban.
Elías estaba muy triste por la ausencia de su padre, pero no podía expresar verbalmente sus sentimientos. A media noche podía despertarse gritando. También surgían momentos en los que Elías vagaba alrededor del cuarto llorando, sin saber que hacer por sí mismo, hasta que colapsaba rendido en el piso. Minutos después, se ponía de pie desesperado para iniciar con el mismo patrón.
A veces lo abrazaba con un gran abrazo de oso. Otras me sentaba en el piso y lo mecía con lágrimas en la cara. Le decía: “Mamá está aquí. Te tengo. Te quiero. No llores más bebé. Elías por favor para. Estás bien. Estás a salvo. Mamá está aquí.” Para silenciarlo, le empecé a cantar a mi hijo. “Dios me quiere, así es, la Biblia me lo dice”. Finalmente, le imploraba a Dios, rogando que reconfortara el alma de Elías con la paz que solo Jesús puede dar.
Proverbios 31:8 nos dice, " Levanta la voz por los que no tienen voz; ¡defiende a los indefensos!" Por lo tanto, yo intercedía por mis hijos, que tenían su corazón roto y le pedía al Señor que los protegiera de los pecados de su padre.
El sollozo de Elías duró muchas noches. Continué abrazándolo, meciéndolo, cantándole himnos y rezando hasta que se durmiera. Su angustia fue disminuyendo poco a poco. Finalmente, durmió bien durante toda la noche.
Aprendí valiosas lecciones acerca de Dios a través de esos momentos difíciles. Comprendí que Dios es: Mi Confortador: Al principio del doloroso camino, me negué a pedirle apoyo a Jesús. Me involucré tanto en intentar averiguar qué estaba pasando y arreglar las cosas por mí misma, que al final lo que hice fue agregar más peso de lo que podía manejar.
Cristo dijo: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros. " (Mateo 11:28-30).
Dios se preocupa profundamente y conoce mis aflicciones. Dios ve mi trabajo, y conoce la angustia de mi alma (Salmo 31:7). Cuando compartí mi dolor por el corazón roto de mi hijo, mi Padre celestial sintió mi pena. Necesito recordar subirme en los regazos de mi Padre cuando me siento impotentemente sola. Él anhela amarme consolarme en medio de mi sufrimiento.
Mi Intercesor. Llevo una vívida imagen en mi mente de Dios mirándome cómo yo trataba de ayudar a mi pequeño hijo sin pedirle fuerza y guía a Él. Romanos 8:26-27 dice, " De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios."
Mi Todo en Todo. Cuando llamé a Jesús, él se asoció conmigo en el cuidado de mis hijos. No podía haber continuado sin Él. Aprendí que Dios no es solo mi Padre, pero Él también es mi Esposo y el Padre de mis hijos. Él me demostró que yo no era una madre soltera, que no estaba sola. El Señor estaba caminando cada paso a mi lado a través de valles profundos y lugares solitarios.
Los niños sufren de innumerables maneras cuando un padre o una madre faltan en el hogar. De repente y equívocamente son privados del afecto físico y seguridad emocional, aspectos esenciales para su desarrollo. Madres y padres solteros necesitan estar conscientes de la carga que llevan sus hijos como resultado de la pérdida o abandono de un padre.
Si estamos muy atrapados en nuestra soledad y dolor, fallamos en ver el dolor de ellos. Las consecuencias pueden ser graves si no ayudamos a nuestros hijos a entregar sus cargas a Dios. Por lo tanto debemos hacer lo siguiente:
Satisfacer sus necesidades. Tenemos que permanecer en Cristo todos los días para que Él pueda amar y cuidar de ellos a través de nosotros. Cuando nos preocupamos por nuestros hijos, también ministramos el corazón de Dios.
Enseñarles. Debemos demostrar y enseñar a nuestros hijos a confiar en Dios y rezar para que ellos también puedan llevar sus cargas a los pies de Jesús, que dijo: " No los voy a dejar huérfanos; volveré para estar con ustedes." (Juan 14:18). Durante este tiempo, enseñé a mis hijos sobre las promesas especiales de Dios, y fue un gran alivio para ellos. Ellos saben que É les su Padre que los escucha y siempre está disponible para hablarle.
Permitirle a Dios trabajar. Él fielmente sanará nuestras heridas y renovará nuestra esperanza, si confiamos en Él para satisfacer nuestras necesidades más profundas. Con Él, el quebrantamiento se convierte en bendición. Y las heridas de una familia se curan a través de Jesucristo.
tomado de: https://www.facebook.com/pages/Bits-de-lectura-e-inteligencia/315224105155519?ref=ts&fref=ts
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A tu Hijo o hija:
"Enséñale a caminar y no reproches cuando tropiece para aprender o cuando elija caminos que no coincidan con los tuyos.
"Enséñale a caminar y no reproches cuando tropiece para aprender o cuando elija caminos que no coincidan con los tuyos.
Enséñale a hablar y luego no lo reprendas cuando deje de repetir tus palabras para pronunciar las suyas.
Enséñale a pensar y no lo condenes cuando lo que piense no coincida con lo que piensas tu.
Enséñale a amar y no te interpongas en su camino cuando el decida donde poner su corazón.
Enséñale a ser libre y no pretendas cortarle las alas cuando el ensaye su propio camino......"
tomado de: https://www.facebook.com/pages/Bits-de-lectura-e-inteligencia/315224105155519?ref=ts&fref=ts
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martes, 30 de octubre de 2012
Como se comunican los bebés?
En todo el mundo
los niños aprenden a hablar sin instrucciones precisas. La primera
palabra. Ese momento mágico, casi nunca pensamos por qué este momento
es tan mágico? Consideremos lo que está detrás de la elaboración de
la primera palabra. Dentro del proceso de desarrollo del lenguaje
infantil, la pronunciación del "ta-ta", "da-da" o "ga-ga", que el
bebe repite para alegría de sus padres incluso sin que nadie les enseñe
cómo hacerlo, representa la manifestación de las raíces del desarrollo
del lenguaje en los humanos.
“El lenguaje es un aprendizaje natural, que aparece gracias a aptitudes específicas y se desarrolla con la interrelación social. La comunicación por medio del lenguaje es la mayor proeza de la especie humana”.
“El lenguaje es un aprendizaje natural, que aparece gracias a aptitudes específicas y se desarrolla con la interrelación social. La comunicación por medio del lenguaje es la mayor proeza de la especie humana”.
El niño (a) tiene
que destacar la palabra “pa pa” en medio de toda el habla que escucha
diariamente; también debe distinguir en dónde empiezan y terminan los
vocablos de las cascadas de palabras que derraman sobre él. El
problema del niño en este momento es similar, a lo que sucede cuando un
adulto viaja a otro país y no habla el respectivo idioma, pues
reconocer frases en los torrentes de oraciones que le llegan por todos
lados parece inútil. Las palabras que oye un turista no tienen comas
ni están separadas por espacios; de hecho, pareciera que la gente
habla con rapidez excesiva. Con toda esta situación, un niño
aproximadamente de 11 meses resuelve este problema y encuentra la
palabra papá y muchas otras.
Discernir papá es sólo una parte de la solución, el segundo obstáculo al que el niño se enfrenta es resolver que significa papá? Por último el niño tiene que hallar el modo preciso de acomodar sus órganos articulatorios para pronunciar esa palabra. Saber utilizar la boca es como tocar un instrumento complejo: si uno no toca el lugar preciso, pronuncia una palabra totalmente diferente. Por tanto para un niño el lenguaje es como un trabalenguas, y antes de que articule esa primera palabra debe tener múltiples logros que le van preparando el terreno para lograrlo.
¿Cómo es la comunicación del recién nacido?
El aprendizaje fetal integra los
cimientos de lo que los bebés hacen como recién nacidos. Así que los
bebés pueden oír, cuando el bebé nace no solo oye, sino también llora
y llora. La naturaleza los ha dotado con el llanto, potente
herramienta para atraer la atención. La cantidad de llanto aumenta
hasta que el bebé tiene aproximadamente dos meses y luego disminuye
(sirena biológica).
La naturaleza es maravillosa: los bebés lloran cuando se sienten incómodos y nosotros nos sentimos mal al escuchar el llanto, por lo que no es de sorprender que los padres intentarán cualquier cosa por conseguir que el bebé deje de llorar. El llanto no es un lenguaje, pero es una de las primeras formas que nos ayudan a interpretar los sentimientos y necesidades del bebé, por lo que el llanto junto con la sonrisa, comienzan el diálogo entre los padres y los bebés, un diálogo que se irá refinando y enriqueciendo conforme se desarrolla el lenguaje.
El silencio no es oro . No hace mucho tiempo que los especialistas del cuidado infantil recomendaban que se conservara al bebé en ambientes silenciosos. Ahora se recomienda a los padres y madres que conversen con ellos, que los toquen, que los abracen tiernamente, con el fin de que obtengan suficiente estimulación táctil. Ya que con esa estimulación natural ellos florecen.
Evolución de la adquisición del lenguaje en el bebé.
- Comunicación Prelinguística.
El niño, desde muy
temprano, presenta una gran atención al habla, especialmente a la de su
madre comunicándose con ella por ejemplo al voltear la cabeza cuando
escucha su voz. La primera acción comunicativa del niño es el llanto,
lo que a su vez incentivará a los padres a realizar alguna conducta. A
las 6 semanas el niño sonríe, a las 12 semanas sonríe cuando le hablan y
producen sonidos de carácter vocal. A las 20 semanas sus sonidos son
entremezclando consonantes.
A los 6 meses aparece el balbuceo y a los 8 se hacen más frecuentes las repeticiones y hay estructuras de entonación que pueden indicar emociones. A los 10 meses emite sonidos de juego como los gorgoritos y realiza imitaciones de sonido. Al descubrir nuevos sonidos, los repite “laleo o balbuceo”. Emite cadenas de sílabas. El balbuceo es como armar un rompecabezas, cerca de los 8 meses se da el balbuceo diferenciado donde se empiezan a utilizar distintas sílabas ensartadas unas con otras.
A los 6 meses aparece el balbuceo y a los 8 se hacen más frecuentes las repeticiones y hay estructuras de entonación que pueden indicar emociones. A los 10 meses emite sonidos de juego como los gorgoritos y realiza imitaciones de sonido. Al descubrir nuevos sonidos, los repite “laleo o balbuceo”. Emite cadenas de sílabas. El balbuceo es como armar un rompecabezas, cerca de los 8 meses se da el balbuceo diferenciado donde se empiezan a utilizar distintas sílabas ensartadas unas con otras.
- Pre-lenguaje.
El niño emite sus
primeras palabras al final del primer año, primero refiriéndose a
objetos y personas y luego a descripciones del ambiente. Estas primeras
palabras contienen pocos elementos fonéticos porque en general se
refieren a categorías muy amplias en cuanto a objetos y acciones.
Etapa 1.
Comienza a los 18 meses aproximadamente, se empiezan a formar frases que tienen generalmente dos palabras pudiendo llegar a siete. El lenguaje telegráfico es que las frases imitadas por el niño sufren un proceso de reducción característico.
Etapa II.
El niño tiene un vocabulario de más de 50 palabras y utiliza elementos que modifican el significado de las palabras, dando pluralidad y tiempo, y estableciendo relaciones entre otros elementos. El niño, en esta etapa busca patrones en el lenguaje.
Etapa 1.
Comienza a los 18 meses aproximadamente, se empiezan a formar frases que tienen generalmente dos palabras pudiendo llegar a siete. El lenguaje telegráfico es que las frases imitadas por el niño sufren un proceso de reducción característico.
Etapa II.
El niño tiene un vocabulario de más de 50 palabras y utiliza elementos que modifican el significado de las palabras, dando pluralidad y tiempo, y estableciendo relaciones entre otros elementos. El niño, en esta etapa busca patrones en el lenguaje.
- Es recomendable:
Imitar los balbuceos
y gorgoteos que emite el niño sólo en los primeros meses; colocar sus
manos sobre nuestros labios entre seis y doce meses; y repetirle las
vocales exagerando la pronunciación.
Cuando en la familia existe un ambiente estimulante y educativo que favorece el desarrollo lingüístico del niño estamos contribuyendo a proporcionarle un instrumento que le facilitará la adaptación social y su desarrollo personal. En general, todos los niños requieren cierto grado de estimulación dentro del hogar para que el aprendizaje del lenguaje se realice.
Cuando en la familia existe un ambiente estimulante y educativo que favorece el desarrollo lingüístico del niño estamos contribuyendo a proporcionarle un instrumento que le facilitará la adaptación social y su desarrollo personal. En general, todos los niños requieren cierto grado de estimulación dentro del hogar para que el aprendizaje del lenguaje se realice.
En el caso del lenguaje, la imitación produce un doble efecto positivo en el niño. Por un lado se oye hablar a sí mismo, lo cual lo ayuda a controlar sus emisiones y, por otro, escucha al adulto, que lo motiva a ajustar las palabras a un modelo que le permitirá corregir y mejorar su lenguaje poco a poco. De aquí la conveniencia de hablar a los niños con claridad, sin ceder demasiadas veces a la tentación de imitarlos, ya que si los pequeños escuchan continuamente un modelo erróneo igual al que ellos producen puede retrasarse la adquisición de un lenguaje correcto. Ocurre lo mismo si tomamos sus defectos como una gracia, pues vamos a favorecer la tendencia en el niño o niña a repetirlo igual y a reforzarle de este modo una pronunciación defectuosa.
No es conveniente tampoco el uso continuado de diminutivos, el niño de corta edad tiende a omitir la primera parte de la palabra, por lo que puede llegar a hablar con una serie de “itos” que evidentemente dificultarán la comunicación. Las designaciones abreviadas y las onomatopeyas (guau – guau por perro) utilizadas como medio de nombrar objetos producen el mismo efecto, además de entorpecer el aprendizaje correcto de las palabras.
tomado de: http://www.elabcdelospadres.com/articulos/articulo4.html
Escrito por Nathalia Calderon Astorga
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miércoles, 3 de octubre de 2012
Sólo dile “No” a la tentación
"Pero,
en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha
dicho: 'No coman de e ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del
bien y del mal'" (Génesis 3:3-5 - NVI).
tomado de: http://sermons4kids.com/just_say_no_esp.htm
Mmmm…estas galletitas se ven muy bien. Estoy tentado a comerme una
ahora mismo. Tentación… Es una palabra difícil ¿no? ¿Qué significa?
Tentación es el deseo de hacer o tener algo que sabes que no es
correcto. El comer una galleta no es pecado, pero podría ser inadecuado
en algunos momentos. Déjame contarte una historia que puede ayudarte a
ver cómo el comer una galleta puede ser incorrecto.
Un dia Jorge fue a la cocina justo cuando su mamá ponía la
última tanda de galletas recién horneadas en un plato. “¡Que bueno!
¡Galletas con pedacitos de chocolate (“chocolate chip cookies”)!, dijo
Jorge mientras alcanzaba una galleta.
¡Deja la galleta donde estaba!, dijo la mamá de Jorge.
“Serviremos la cena dentro de poco y la merienda te va a quitar el
apetito. Puedes comer galletas después de la cena.
“Está bien,” dijo Jorge al devolver la galleta al plato. “Voy a jugar con Roberto.”
Jorge y Roberto jugaron por un rato, pero después entraron a la
casa a tomar agua. Las galletas estaban en la mesa todavía. “¡Mira”,
dijo Roberto, “galletitas con pedacitos de chocolate! Comámonos una.”
“Mi mamá me dijo que no comiera galletas porque me quitaría el apetito.”
“Ayyy, chico,” suplicó Roberto, “una galletita no te va a quitar el apetito.”
“Bueno, creo que no me hará daño el comerme sólo una,” dijo
Jorge estando de acuerdo con Roberto. Justo cuando terminaron, Susana,
la hermana de Jorge, entró a la cocina. “Mami hizo galletas y están bien
sabrosas. ¿Quieres una?” Así que todos comieron una galleta.
Esa noche en la cena Jorge no tenía mucha hambre. Su mamá notó
que no estaba comiendo. “No estás comiendo. ¿Te pasa algo?”, preguntó su
mamá.
“No, no tengo mucha hambre,” dijo Jorge.
“Me desobedeciste y comiste galletas antes de la cena, ¿no es así?”
“Sí, pero Roberto dijo que no me quitaría el apetito si nos comíamos una… o dos,” indicó Jorge tímidamente.
“Estoy muy decepcionada,” dijo la mamá. “porque me
desobedeciste, no podrás salir con tu amigos el sábado. Te quedarás en
casa y me ayudarás a limpiarla.”
¿Te suena familiar esta historia? Debía, porque es muy parecida
a la historia de Adán y Eva que está en Génesis, el primer libro de la
Biblia. Dios le dio a Adán y a Eva un bello hogar en el Jardín del Edén.
Tenían todo lo que necesitaban, pero Dios esperaba que le obedecieran.
Les dijo que podían comer del fruto de los árboles del jardín, pero
también les dijo: "No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario,
morirán."
Entonces llegó el diablo. “¡No es cierto, no van a morir!,” le
dijo a Eva. “Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les
abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del
mal.” Así que Eva comió la fruta y le dio a Adán. Cuando Dios le
preguntó si habían comido del árbol, ellos comenzaron a jugar el juego
de “echarle la culpa a otro.” Adán culpó a Eva y Eva culpó a Satanás,
pero aún así Dios los castigó por el mal que habían cometido. Dios les
hizo salir del jardín.
¿Sabes que el diablo tentó aún a Jesús para que hiciera cosas
que no debía? Pues así fué. Jesús le contestó con la Escritura. Esa es
una buena manera de derrotar a Satanás ¿no es así? Lee la Biblia y
cuando el diablo se acerque de tí, sólo dile “No” a la tentación.
Padre, deseamos ser como Jesús. Ayúdanos a decir, “No” a Satanás cuando nos tiente a hacer lo malo. Amén.
tomado de: http://sermons4kids.com/just_say_no_esp.htm
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Dejen a los niños venir
Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los
discípulos reprendían a quienes los llevaban. Cuando Jesús se dio
cuenta, se indignó y les dijo: "Dejen que los niños vengan a mí, y no se
lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Les
aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna
manera entrará en él." Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo
las manos sobre ellos. Marcos 10:13-16 (NVI).
¿Cómo llegaron a la iglesia esta mañana? Me imagino que la mayoría de
ustedes vinieron con sus padres. Quizás otros vinieron con sus
abuelitos. Algunos niños pude ser que hayan venido con tías, tíos,
primos, hermanos o hermanas. Tal vez alguno haya venido con su maestra
de Escuela Bíblica o con un amigo o amiga. De una cosa estoy seguro: a
menos que vivas tan cerca de la iglesia que puedas venir caminando,
alguien tiene que traerte. ¿Alguno de ustedes tiene la edad necesaria
para guiar? Imaginé que no.
Creo que es fantástico que alguien tuviera el deseo
de traerte a la iglesia. Eso me indica que desean asegurarse de que
aprendas acerca de Jesús y de su amor por tí. Porque tú estás aquí hoy,
es posible que Jesús toque tu corazón y cambie tu vida.
Un día, Jesús estaba enseñando a sus discípulos y
una multitud le seguía para poder escuchar lo que estaba enseñando. Él
estaba hablando acerca del matrimonio y el divorcio y cuánto deseaba
Dios que tuvieran hogares felices.
Mientras Jesús enseñaba, las personas comenzaron a
traerle a sus hijos para que los tocara. Los discípulos se molestaron
cuando los niños interrumpieron a Jesús mientras enseñaba. Los
discípulos les dijeron a las personas que se llevaran a sus hijos.
Cuando Jesús vio lo que estaban haciendo, se molestó. “Dejad a los niños
venir a mí y no se los impidáis,” dijo Jesús, “porque de ellos es el
reino de los cielos.” Entonces Jesús tomó a los niños en sus brazos y
los bendijo.
Debemos siempre recordar que Jesús amaba a los
niños y los tomó en sus brazos amorosos. Estamos agradecidos por cada
uno de ustedes y de que alguien los ame lo suficiente para traerlos
aquí.
Querido Padre, amamos a los niños tal como Jesús
los amó y estamos agradecidos de que estos niños tengan a alguien que
los ame lo suficiente para traerlos aquí. En el nombre de Jesús oramos.
Amén.
tomado de: http://www.sermons4kids.com/mensajes_para_ninos.htm
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jueves, 27 de septiembre de 2012
Confias en Dios??
Jesús
dice en el pasaje del Evangelio que nosotros nunca debemos ocultar la
luz que él nos ha dado. Si queremos estar unidos a Cristo, todo lo que
tenemos (que es de él), debe ser compartido con los demás, porque la
naturaleza de Cristo es compartir todo lo que es bueno. Quedarnos con
algo para nosotros mismos es ser muy diferentes a él; esto hace que su
luz dentro de nosotros se debilite y lo poco a lo que intentamos
aferrarnos se pierde.
La
primera lectura de hoy explica eso, para recibir las bendiciones de
Dios, debemos tomar acciones inmediatas, siempre que podamos hacer algo
que beneficie a los demás. No actuamos con amor cuando somos arrogantes y
desagradables.
La bondad de Dios está siempre disponible a nosotros, pero para experimentarla más, tenemos que estar unidos a él en el compartir de su bondad con los demás. Cuándo nosotros tratamos bien a los demás, nosotros avivamos el fuego - hacemos la luz más fuerte - de nuestra unidad con Cristo, y en esa relación intima, nosotros experimentamos más de su amor y bondad incondicional.
Por lo contrario, rompemos esa unidad y ocultamos la luz de Cristo siempre que somos avaros en el amor, en las donaciones financieras, en las posesiones y con el uso de nuestros talentos y tiempo. Tal egoísmo viene del temor: Tenemos miedo que algo malo nos sucederá si regalamos más de que lo que hemos calculado que está seguro. ¡Y podríamos tener razón! Pero el amor incluye el sacrificio; el temor no es divino.
El temor es una oscuridad que cubre con una túnica la luz de Cristo. ¿Confiamos en Dios o no? El temor dice que no. ¿Creemos que Dios puede y hará que algo bueno resulte de algo malo? El temor dice que no. El amor dice que sí, pero el amor no siempre es lógico ni está protegido del dolor. Somos recordados de eso cada vez que miramos una imagen de la crucifixión de Cristo.
Jesús dice, "Al que tiene, se le dará," pero sólo porque nosotros lo regalamos. Si limitamos nuestra generosidad y retenemos el amor o la bondad o cualquier otra bendición que Dios nos ha dado a nosotros, entonces nosotros limitamos el combustible de Dios para la llama. Y así, "al que no tiene, se le quitara hasta lo que cree tener". Es peligroso ocultar la luz de Cristo.
¿Qué tan encendida, entusiasmada e ilusionada está tú fe? ¿Está creciendo o marchitándose tú espíritu? ¿Qué estás reteniendo, protegiéndolo para ti mismo? Para llegar a estar más unido a Cristo y a toda su bondad, mira dentro de ti y ponte en contacto con la alegría que sentirías si te deshicieras de los temores que han estado oscureciendo tú vida.
tomado de: Refexiones para el alma
Nuestra
capacidad de amar como Cristo, por ejemplo, crece más fuerte cuando
nosotros damos el amor por medio de sacrificio y de buena gana, como él
lo hizo.
La bondad de Dios está siempre disponible a nosotros, pero para experimentarla más, tenemos que estar unidos a él en el compartir de su bondad con los demás. Cuándo nosotros tratamos bien a los demás, nosotros avivamos el fuego - hacemos la luz más fuerte - de nuestra unidad con Cristo, y en esa relación intima, nosotros experimentamos más de su amor y bondad incondicional.
Por lo contrario, rompemos esa unidad y ocultamos la luz de Cristo siempre que somos avaros en el amor, en las donaciones financieras, en las posesiones y con el uso de nuestros talentos y tiempo. Tal egoísmo viene del temor: Tenemos miedo que algo malo nos sucederá si regalamos más de que lo que hemos calculado que está seguro. ¡Y podríamos tener razón! Pero el amor incluye el sacrificio; el temor no es divino.
El temor es una oscuridad que cubre con una túnica la luz de Cristo. ¿Confiamos en Dios o no? El temor dice que no. ¿Creemos que Dios puede y hará que algo bueno resulte de algo malo? El temor dice que no. El amor dice que sí, pero el amor no siempre es lógico ni está protegido del dolor. Somos recordados de eso cada vez que miramos una imagen de la crucifixión de Cristo.
Jesús dice, "Al que tiene, se le dará," pero sólo porque nosotros lo regalamos. Si limitamos nuestra generosidad y retenemos el amor o la bondad o cualquier otra bendición que Dios nos ha dado a nosotros, entonces nosotros limitamos el combustible de Dios para la llama. Y así, "al que no tiene, se le quitara hasta lo que cree tener". Es peligroso ocultar la luz de Cristo.
¿Qué tan encendida, entusiasmada e ilusionada está tú fe? ¿Está creciendo o marchitándose tú espíritu? ¿Qué estás reteniendo, protegiéndolo para ti mismo? Para llegar a estar más unido a Cristo y a toda su bondad, mira dentro de ti y ponte en contacto con la alegría que sentirías si te deshicieras de los temores que han estado oscureciendo tú vida.
tomado de: Refexiones para el alma
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Piensa para hablar
Las palabras son sagradas
¿Por qué somos tan descuidados con ellas?
Asumimos
que las palabras de mal gusto pierden su poder dañino después de que
son olvidadas, pero de hecho todas las palabras se ondean por el tiempo
con bendiciones o destrucciones.
Las
palabras duras que nos dijeron cuando éramos niños todavía nos
controlan hoy a menos que las sometamos a un proceso curativo. Las
palabras de orientación e instrucción que fueron basadas en
equivocaciones continúan manipulando nuestra vida y pensamiento hasta
que las remplacemos con la verdad. Las palabras de elogio continúan
animándonos mucho tiempo después, aunque no podamos recordar cómo, ni
por qué.
¿Cómo
te sientes cuando alguien te tira hacia un lado y te dice, "Puedo
hablar contigo"? Entre más espantoso es eso, más curación necesitas de
las palabras destructivas de tú pasado.
Las palabras son poderosas. Ellas no pueden ser borradas una vez que han sido escuchadas. Para ser como Jesús, nosotros debemos desarrollar autocontrol para verificar cada pensamiento, humor y palabra antes de que salgan de nuestras bocas. Nosotros
estamos tan acostumbrados a permitir que nuestras lenguas se muevan
libremente que pensamos que esto es imposible, pero no lo es - no si nos
tranquilizamos y oramos constantemente para permitir que el Espíritu
Santo inspire nuestras palabras.
¡Si nosotros no podemos hacer eso, entonces nosotros debemos tomar un voto de silencio por un día o dos y hacernos a la idea que nuestra lengua si puede ser controlada!
Las palabras se cumplen. Nosotros siempre debemos decir lo que pensamos y pensar lo que decimos y asegurarnos de que todo glorifica a Dios u honra a su reino o por lo menos respeta sus maneras. Cualquier otra manera de hablar es sacrílega.
Esta
es la lección que la primera lectura nos enseña. Cuándo nosotros
hablamos como si supiéramos la verdad, mientras rompemos los
mandamientos de la Palabra de Dios, nosotros destruimos la santidad de
nuestras palabras; somos mentirosos. Cada palabra impía niega a Dios. Ellas demuestran una falta de amor por él. Ellas retienen su amor de las personas que nos escuchan.
La
Palabra de Dios es una lámpara para nuestros pies, como dice en el
Salmo Responsorial. Que nuestras palabras siempre reflejen esa luz para
que, con Jesús, nosotros ayudemos a guiar a los demás en el sendero de
la rectitud. Las palabras sagradas son
lo suficientemente poderosas como para conquistar a demonios y curar
enfermedades, como leemos en el pasaje del Evangelio. Pidamos que
podamos aprender a aprovechar el poder de las palabras.
tomado de Reflexiones para el alma
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martes, 28 de agosto de 2012
Enseñar a los hijos
“Oye,
hijo mío, la instrucción de tu
padre, y no desprecies la
dirección de tu madre”.
Proverbios 1.8
Proverbios 1.8
Por lo general, este versículo se les lee a los chicos cuando uno quiere que estos obedezcan a sus padres. El problema se suscita cuando el niño contesta “mi padre no me instruyó ni mi madre me dirigió”.
Por eso, como padres, necesitamos ser buenos ejemplos ya que no se puede enseñar lo que no se vive, porque esa enseñanza carece de autoridad espiritual y moral.
La educación financiera de un niño es importante para su futuro, pues, se dedique a lo que se dedique, tendrá que tratar con dinero, y el saber hacerlo o no le facilitará o le dificultará el desarrollo de su vida.
Los padres cumplimos un rol fundamental en este sentido, porque es una de nuestras responsabilidades y por lo general ni siquiera en los buenos colegios se enseña este tipo de cuestiones.
Es fundamental tener en cuenta lo siguiente:
Hacerlos participar de la economía familiar, que conozcan la realidad económica de la familia sin preocuparlos pero sin evadirlos, para que puedan madurar.
Deben entender que a veces se puede gastar y a veces no, y que otras tantas se deben sacrificar cosas como las vacaciones en pro de comprar, por ejemplo, la casa propia.
Permitir que se administren: darles para sus gastos y que aprendan a manejarse, incluso enseñándoles a hacer su propio presupuesto mensual de gastos.
Desafiarlos a tener metas, enseñarles a ahorrar y a sacrificarse por lo que desean, desarrollando en ellos un sentido de recompensa y no de gratificación.
Bendecirlos y no maldecirlos, enseñarles a diezmar y a ofrendar generosamente, ya que “es más bienaventurado dar que recibir”, y esto les permitirá prosperar económicamente.
Asistirlos en momentos clave: 2 Corintios 12.14 dice que “no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos”, esto significa proveer para el futuro de ellos y no serles carga.
También Proverbios 19.14 dice que “la casa y las riquezas son herencia de los padres, mas de Jehová la mujer prudente”, o sea, debemos dejar de preocuparnos por con quién se van a casar nuestros hijos y empezar a ocuparnos de con qué se van a casar, ya que de la persona se ocupa Jehová, pero de la casa y las riquezas nos debemos ocupar los padres.
Yo bendigo tu vida para que puedas instruir y dirigir a tus hijos conforme los principios de la Palabra de Dios; y puedas ser un verdadero ejemplo para ellos, bendiciendo de esta forma a las futuras generaciones.
por: pastor daniel gonzalez, http://www.iglesiadelcentro.org/
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sábado, 28 de julio de 2012
Use un vocabulario de bendición
Como padres, podemos afectar profundamente la dirección
que toman las vidas de nuestros hijos por medio de las palabras que les
hablamos. Yo creo que como matrimonio podemos delinear la dirección para
toda nuestra familia. Como negociante, puede ayudar a determinar la
dirección para sus empleados. Con nuestras palabras, tenemos la
habilidad de ayudar a moldear y formar el futuro de cualquier persona
sobre quien tengamos influencia.
Y cada uno de nosotros tiene influencia sobre alguna otra persona. Usted posiblemente no considere ser un líder, pero sin embargo, sí tiene un círculo de influencia, alguna persona o grupo que le respeta. Aun si usted es un adolescente, alguien valora su opinión. Es vital que hablemos “cosas buenas” a las vidas sobre las cuales tenemos influencia. Eso no quiere decir que nunca estaremos en desacuerdo con ellos o que nunca tendremos que confrontarles o corregirles, pero el tono general de nuestras palabras a ellos deberá ser positivo.
Una madre bien intencionada constantemente regañaba a su hijo adolescente: “Eres tan flojo; ¡nunca serás algo bueno! Si no te comportas, nunca lograrás entrar en la universidad. Lo más seguro es que terminarás metiéndote en problemas”.
Esa clase de palabras negativas destruirá más rápidamente a una persona de lo que se imagina. No puede hablar negativamente de alguien en un momento, y después salir y esperar que esa persona sea bendecida. Si usted quiere que sus hijos sean productivos y que tengan éxito, usted necesita declarar palabras de vida sobre ellos en lugar de predicciones de mal y desesperación. La Escritura nos recuerda que con nuestras palabras podemos bendecir o maldecir a las personas.
Las personas en el Antiguo Testamento tenían muy claro el poder que ejercía la bendición. Al acercarse el patriarca de la familia a la senilidad o a la muerte, los hijos mayores se juntaban al lado de su padre, luego él colocaba sus manos sobre la cabeza de cada hijo y hablaba palabras amorosas y llenas de fe sobre ellos y sobre su futuro. Estas frases se conocían como “la bendición”. La familia estaba consciente de que eran más que el último testamento del padre; estas palabras llevaban consigo la autoridad espiritual y tenían la habilidad de traer éxito, prosperidad y salud a su futuro.
En muchas ocasiones, los hijos aun se peleaban por la bendición del padre. No se estaban peleando por el dinero que pudieran heredar, ni tampoco por el negocio familiar. No, ellos se peleaban por esas palabras llenas de fe porque sabían que si recibían la bendición de su padre, las riquezas y el éxito serían las consecuencias naturales de ella. Y más que eso, deseaban profundamente recibir la bendición de una persona a quien amaban y respetaban.
Uno de los relatos bíblicos más sorprendentes sobre el poder de la bendición nos llega a través de las vidas de Jacob y Esaú, los dos hijos de Isaac. Jacob deseaba recibir la bendición de su padre, no cualquier bendición, sino una bendición que le pertenecía legítimamente al hijo primogénito de la familia. Isaac estaba viejo, cercano a la muerte, y prácticamente ciego. Un día llamó a su hijo, Esaú, y le dijo: “Esaú, ve y mata un animal y prepárame una comida, y te daré la bendición que le pertenece al hijo primogénito”. Pero la madre de Jacob, Raquel, escuchó esta conversación. Raquel amaba a Jacob más que a Esaú, así que le dijo a Jacob que se pusiera la ropa de Esaú con la intención de engañar a Isaac para que le diera a él la bendición. Entonces preparó una de las comidas preferidas de Isaac.
Mientras Esaú andaba de cacería, ella le dijo a Jacob: “Ve a tu padre y preséntale esta comida, y él te dará la bendición que en realidad le pertenece a tu hermano”.
Jacob reconoció la seriedad de este fingimiento y dijo: “Pero Mamá, ¿qué pasa si él se da cuenta que estoy mintiendo, y me maldice en lugar de bendecidme? ¡Seré maldecido por el resto de mi vida!”
Medite eso. Jacob entendía que él estaba arriesgando todo su futuro con este truco, estaba consciente de que las palabras que hablara su padre sobre él le impactarían, ya fuera para bien o mal, por el resto de su vida.
Declare el favor de Dios
Reconozcámoslo o no, nuestras palabras afectan el futuro de nuestros hijos ya sea para bien o para mal. Nuestras palabras tienen la misma clase de poder que ejercían las palabras de Isaac. Debemos hablar palabras amorosas de aprobación y aceptación, palabras que animen, inspiren y motiven a nuestros hijos a alcanzar nuevas alturas. Al hacer esto, estamos hablando bendiciones a sus vidas, estamos hablando abundancia e incremento, estamos declarando el favor de Dios en sus vidas.
Pero en demasiadas ocasiones, nos deslizamos a hablar palabras duras que critican a nuestros hijos, constantemente encontrando alguna falta en lo que nuestros hijos estén haciendo. “¿Por qué no puedes salir mejor en tus notas?” No dejaste bien el jardín. Vete a limpiar tu habitación, ¡parece un pocilga! No puedes hacer nada bien, ¿verdad?”
Palabras tan negativas causarán que nuestros hijos pierdan ese sentido de valor que Dios ha puesto dentro de ellos. Como padres, tenemos la responsabilidad ante Dios y la sociedad de entrenar a nuestros hijos, de disciplinarles cuando desobedecen, de amorosamente corregirles cuando toman malas decisiones, pero no debemos estar constantemente regañándoles. Si usted habla continuamente palabras que desaniman y desalientan, antes de mucho tiempo usted destruirá la imagen propia de su hijo; y con sus palabras negativas, abrirá la puerta, permitiendo que el enemigo traiga toda clase de inseguridad e inferioridad a su vida. Millones de adultos hoy día están todavía sufriendo los efectos de las palabras negativas que les hablaron sus padres de niños.
Recuerde que si comete el error de constantemente hablar palabras negativas sobre sus hijos, usted está maldiciendo su futuro. Además, Dios le pedirá cuentas a usted por haber destruido su destino. Con la autoridad viene responsabilidad, y usted tiene la responsabilidad como autoridad espiritual sobre su hijo de asegurarse que se sienta amado, aceptado y aprobado. Usted tiene la responsabilidad de bendecir a sus hijos.
Además de eso, la mayoría de los niños desarrollan sus conceptos de quién es Dios y cómo es Él de la imagen que tienen de sus padres. Si su padre es malo, criticón y áspero, inevitablemente los hijos crecerán con una manera distorsionada de ver a Dios. Si el padre es amoroso, bondadoso, compasivo y justo, el hijo entenderá mejor el carácter de Dios.
Una de las razones por las que hablo tanto de la bondad de Dios es porque vi a mi padre ejemplificarla. Ninguna persona pudo haber representado mejor a Dios ante los hijos Osteen que mi papá. Aun cuando cometíamos un error o nos desviábamos, a la vez que mi papá se mantenía firme, también era amoroso y bueno. Él nos guiaba al camino correcto inmediatamente. Nunca usó tácticas ásperas para meternos de nuevo al camino; nos amó hasta corregirnos y aunque era un hombre muy ocupado, siempre tomaba tiempo para nosotros.
Nos animaba a hacer grandes cosas, a cumplir nuestros sueños. Solía decir: “Joel, no hagas lo que yo quiero que hagas. Haz lo que tú quieras hacer. Sigue tus propios sueños”.
Mi papá creía en mis hermanos y en mí. Nos decía que éramos grandes, aun cuando sabíamos que no lo éramos, se refería a nosotros como bendiciones aun y cuando sabíamos que no nos estábamos comportando como bendición.
Mi mamá y mi papá criaron cinco hijos en nuestra casa. De niños, no teníamos programas para niños como hoy en día los tienen en muchas iglesias, todos nos reuníamos en el mismo auditorio. Mi hermanita, April, y yo solíamos sentarnos en la primera fila de ese antiguo edificio donde cabían unas doscientas personas. Jugábamos al “gato” (o también conocido como “cruces y círculos”) durante toda la reunión. (Estoy confesando esto para que usted sepa que todavía hay esperanza para sus hijos. Yo no puse atención, y Dios me hizo un pastor. ¡Quién sabe qué hará con sus hijos!).
Mi papá estaría en la plataforma, y mi mamá nos tendría a nosotros cinco en una fila, mientras alzaba sus manos, alabando a Dios con sus ojos cerrados. Sin embargo, tenía la sorprendente habilidad, con todo y sus ojos cerrados, de saber cuándo nos estábamos portando mal. Eso me asombraba muchísimo. ¡Creo que era mi primera experiencia con el poder sobrenatural de Dios! Veía a mi mamá para asegurarme que tenía cerrados los ojos antes de hacer algo para molestar a mi hermano, Paul. Sin perder un segundo, mi mamá bajaba lentamente una mano, con mucha gracia me tomaba el brazo, ¡y me daba un fuerte pellizco! Yo hubiera querido gritar pero sabía que lo mejor era no hacerlo. Y después, mi mamá levantaría de nuevo su brazo para continuar alabando al Señor.
Pensaba: Mamá, tienes un don. ¡Eso es sobrenatural!
Estoy bromeando (un poco), pero el punto es que mis hermanos y yo no éramos unos niños perfectos. Cometimos bastantes errores, pero mis padres nunca se fijaron demasiado en nuestras debilidades ni en los problemas. Siempre se enfocaban en las soluciones, constantemente nos decían que éramos los mejores niños del mundo, y crecimos sintiéndonos seguros, sabiendo que nuestros padres no sólo se amaban, pero nos amaban y creían en nosotros, y nos apoyarían pasara lo que pasara. Sabíamos que nunca nos criticarían ni condenarían, pero siempre creerían lo mejor de nosotros.
Como crecí con la aceptación y aprobación de mis padres, ahora, siendo padre yo, estoy practicando la misma clase de cosas con mis hijos. Estoy hablando palabras de bendición a sus vidas que pasarán de generación a generación, y yo sé que mis hijos transmitirán la bondad de Dios a sus hijos, y así sucesivamente.
Una de las primeras cosas que hago al ver a mi hijito Jonathan en la mañana, es decir: “Jonathan, eres lo mejor, hombre”. Constantemente le estoy diciendo: “Jonathan, tú eres el regalo de Dios para Mamá y para mí, te amamos; estamos orgullosos de ti; siempre te apoyaremos”. Le digo a nuestra hija, Alexandra, la misma clase de cosas.
Antes de que se vayan a la cama, les digo a nuestros dos hijos: “Papi siempre será tu mejor amigo”. Victoria y yo siempre les estamos diciendo: “No hay nada que no puedes hacer. Tienes un futuro emocionante ante ti. Estás rodeado del favor de Dios. Todo cuanto toques prosperará”.
Victoria y yo creemos que tenemos tanto una oportunidad como una responsabilidad de hablar las bendiciones de Dios a nuestros hijos ahora, mientras están pequeños. ¿Por qué esperar hasta que sean adolescentes, o estén en sus veinte años y por casarse, para comenzar a orar que las bendiciones de Dios llenen sus vidas? No, estamos declarando las bendiciones de Dios sobre ellos todos los días de su vida. Y tenemos la plena convicción de que nuestras palabras impactarán a nuestros hijos mucho después de que hayan crecido y tengan sus propios hijos.
¿Qué está dejando usted a la siguiente generación? No es suficiente sólo pensarlo; tiene que hablarlo. Una bendición no es una bendición si no se habla y sus hijos necesitan oírle palabras como: “Te amo. Creo en ti. Pienso que eres especial. No hay nadie como tú. Eres único”. Necesitan escuchar su aprobación; necesitan sentir su amor; necesitan su bendición.
Sus hijos pueden estar ya grandes, pero eso no debería detenerle de tomar el teléfono para hablarles y animarles, decirles que está orgulloso de ellos. Quizá usted no practicó bendecir a sus hijos mientras crecían, pero no es demasiado tarde; comience a hacerlo ahora mismo.
Las palabras no pueden ser retiradas
Jacob se presentó ante su padre Isaac, quien estaba prácticamente ciego, pretendiendo ser su hermano Esaú. Aunque los ojos de Isaac no veían tan bien, su inteligencia seguía intacta, por lo que cuestionó: “Esaú, ¿en realidad eres tú?”
“Sí, Padre, soy yo”, mintió Jacob.
Isaac no quedó convencido, así que hizo acercar a su hijo. Sólo cuando olió la ropa de Esaú se convenció al fin que era él y entonces le dio a Jacob la bendición que en realidad le pertenecía a su hermano mayor. Dijo algo como: “Que siempre tengas abundancia de grano y vino. Que las naciones se postren ante ti y las personas siempre te sirvan. Que seas Señor sobre tus hermanos. Que cualquiera que te maldiga sea maldecido, y cualquiera que te bendiga sea bendecido.
Fíjese que Isaac declara cosas sobre el futuro de Jacob, y si estudia la historia se dará cuenta de que esas cosas sí llegan a cumplirse.
Por otro lado, poco después de haber salido Jacob de con su padre, llegó Esaú. Él dijo: “Padre, siéntese; traje la comida que le preparé”.
Ahora Isaac estaba confundido y dijo: “¿Quién eres tú?”
“Papá, soy Esaú, tu primogénito”. En ese punto, la Biblia nos dice que Isaac comenzó a temblar violentamente, ya que se dio cuenta de que había sido engañado. Le explicó a Esaú como Jacob, su hermano, había llegado y con engaño se había robado la bendición.
Ahora llegamos a una parte sorprendente de esta terrible historia de traición. Esaú comenzó a llorar en voz alta, diciendo: “Padre, ¿no me puedes dar la bendición que le pertenece al hijo primogénito?”
La respuesta de Isaac fue tanto perspicaz como poderosa: “No, las palabras ya han salido, y no las puedo retirar. Dije que Jacob sería bendecido, y él siempre será bendecido.
¿Logra ver el poder de nuestras palabras? ¿Percibe el poder de declarar bendiciones sobre sus hijos? Isaac dijo: “Una vez que hayan salido palabras, no las puedo retirar”. Él le dio una bendición menos a Esaú, pero no fue tan significativa como la que le había dado a Jacob.
Tenemos que tener muchísimo cuidado con lo que permitimos salir de nuestra boca. La próxima vez que tenga la tentación de hablarle mal a alguien, de menospreciar a su hijo o degradarle, recuerde, nunca podrá retirar aquellas palabras. Una vez que las hablamos, toman una vida propia.
Use sus palabras para bendecir a las personas. Deje de criticar a su hijo y comience a declarar que tiene grandes cosas en su futuro.
No deberíamos hablar jamás palabras negativas, ni destructivas hacia nadie, en especial hacia las personas sobre quienes ejercemos autoridad o influencia. Sólo porque usted tiene su propio negocio o supervisa un gran número de empleados, eso no le da el derecho de hablarles mal y hacer que se sientan mal consigo mismos. ¡Al contrario! Dios le pedirá cuentas por lo que le dice a aquellos individuos bajo su autoridad, y Él le juzgará con un criterio más estricto. Debería de esforzarse para hablar palabras positivas que edifican y animan.
De manera similar, es importante que un esposo entienda que sus palabras ejercen tremendo poder en la vida de su esposa. Él necesita bendecirla con sus palabras, ya que ella ha dado su vida para amarlo y cuidarlo, para ser su pareja, para crear una familia juntos, y para criar a sus hijos. Si siempre está encontrando algo mal en lo que ella esté haciendo, si siempre está menospreciándola, él segará terribles problemas en su matrimonio y en su vida.
Además, muchas mujeres hoy día se encuentran deprimidas y se sienten emocionalmente abusadas porque sus maridos no las bendicen con sus palabras. Una de las principales causas de crisis emocional entre las mujeres casadas es el hecho de que no se sienten valoradas y una de las razones principales por las que se da esta diferencia es porque los esposos están conscientes o inconscientemente negando dar las palabras de aprobación que tan desesperadamente desean las mujeres. Si usted desea ver una obra milagrosa en su matrimonio, comience a alabar a su pareja, comience a apreciarla y a animarla.
“Ah, mi esposa sabe que la amo”, dijo un señor mayor: “No necesito decírselo, se lo dije hace cuarenta y dos años, al casarnos”.
No, ella necesita oírlo una y otra vez. Cada día, un esposo debería decirle a su esposa: “Te amo”. Te aprecio. Eres la mejor cosa que jamás me ha sucedido”. Una esposa debería hacer lo mismo por su esposo, su relación mejoraría muchísimo si simplemente comenzara a hablar palabras amables y positivas, bendiciendo a su pareja en lugar de maldecirla.
Declare la bondad de Dios
Debe comenzar a declarar la bondad de Dios en su vida. Declare confiadamente: “El rostro de Dios está resplandeciendo sobre mí, y Él desea ser bueno conmigo”. Eso no es jactarse, así es cómo Dios dice que seremos bendecidos, cuando empecemos a declarar su bondad.
Permíteme hacer algunas declaraciones a su vida:
- Declaro que usted es bendecido con la sabiduría sobrenatural de Dios, y que tiene una dirección clara para su vida.
- Declaro que es bendecido con creatividad, con valentía, con habilidad y con abundancia.
- Declaro que es bendecido con una voluntad fuerte y con autocontrol y disciplina propia.
- Declaro que es bendecido con una magnífica familia, con buenas amistades, con buena salud y con fe, con favor, con satisfacción y realización.
- Declaro que es bendecido con éxito, con fuerza sobrenatural, con ascensos y con protección divina.
- Declaro que es bendecido con un corazón obediente y con una actitud positiva de la vida.
- Declaro que cualquier maldición que jamás se haya hablado sobre usted, cualquier palabra mala o negativa dicha en contra suya, será rota ahora mismo.
- Declaro que es bendecido en la ciudad; es bendecido en el campo; es bendecido cuando entra; es bendecido cuando sale.
- Declaro que todo lo que hagan sus manos prosperará y saldrá bien.
- ¡Declaro que es bendecido!
Y cada uno de nosotros tiene influencia sobre alguna otra persona. Usted posiblemente no considere ser un líder, pero sin embargo, sí tiene un círculo de influencia, alguna persona o grupo que le respeta. Aun si usted es un adolescente, alguien valora su opinión. Es vital que hablemos “cosas buenas” a las vidas sobre las cuales tenemos influencia. Eso no quiere decir que nunca estaremos en desacuerdo con ellos o que nunca tendremos que confrontarles o corregirles, pero el tono general de nuestras palabras a ellos deberá ser positivo.
Una madre bien intencionada constantemente regañaba a su hijo adolescente: “Eres tan flojo; ¡nunca serás algo bueno! Si no te comportas, nunca lograrás entrar en la universidad. Lo más seguro es que terminarás metiéndote en problemas”.
Esa clase de palabras negativas destruirá más rápidamente a una persona de lo que se imagina. No puede hablar negativamente de alguien en un momento, y después salir y esperar que esa persona sea bendecida. Si usted quiere que sus hijos sean productivos y que tengan éxito, usted necesita declarar palabras de vida sobre ellos en lugar de predicciones de mal y desesperación. La Escritura nos recuerda que con nuestras palabras podemos bendecir o maldecir a las personas.
Las personas en el Antiguo Testamento tenían muy claro el poder que ejercía la bendición. Al acercarse el patriarca de la familia a la senilidad o a la muerte, los hijos mayores se juntaban al lado de su padre, luego él colocaba sus manos sobre la cabeza de cada hijo y hablaba palabras amorosas y llenas de fe sobre ellos y sobre su futuro. Estas frases se conocían como “la bendición”. La familia estaba consciente de que eran más que el último testamento del padre; estas palabras llevaban consigo la autoridad espiritual y tenían la habilidad de traer éxito, prosperidad y salud a su futuro.
En muchas ocasiones, los hijos aun se peleaban por la bendición del padre. No se estaban peleando por el dinero que pudieran heredar, ni tampoco por el negocio familiar. No, ellos se peleaban por esas palabras llenas de fe porque sabían que si recibían la bendición de su padre, las riquezas y el éxito serían las consecuencias naturales de ella. Y más que eso, deseaban profundamente recibir la bendición de una persona a quien amaban y respetaban.
Uno de los relatos bíblicos más sorprendentes sobre el poder de la bendición nos llega a través de las vidas de Jacob y Esaú, los dos hijos de Isaac. Jacob deseaba recibir la bendición de su padre, no cualquier bendición, sino una bendición que le pertenecía legítimamente al hijo primogénito de la familia. Isaac estaba viejo, cercano a la muerte, y prácticamente ciego. Un día llamó a su hijo, Esaú, y le dijo: “Esaú, ve y mata un animal y prepárame una comida, y te daré la bendición que le pertenece al hijo primogénito”. Pero la madre de Jacob, Raquel, escuchó esta conversación. Raquel amaba a Jacob más que a Esaú, así que le dijo a Jacob que se pusiera la ropa de Esaú con la intención de engañar a Isaac para que le diera a él la bendición. Entonces preparó una de las comidas preferidas de Isaac.
Mientras Esaú andaba de cacería, ella le dijo a Jacob: “Ve a tu padre y preséntale esta comida, y él te dará la bendición que en realidad le pertenece a tu hermano”.
Jacob reconoció la seriedad de este fingimiento y dijo: “Pero Mamá, ¿qué pasa si él se da cuenta que estoy mintiendo, y me maldice en lugar de bendecidme? ¡Seré maldecido por el resto de mi vida!”
Medite eso. Jacob entendía que él estaba arriesgando todo su futuro con este truco, estaba consciente de que las palabras que hablara su padre sobre él le impactarían, ya fuera para bien o mal, por el resto de su vida.
Declare el favor de Dios
Reconozcámoslo o no, nuestras palabras afectan el futuro de nuestros hijos ya sea para bien o para mal. Nuestras palabras tienen la misma clase de poder que ejercían las palabras de Isaac. Debemos hablar palabras amorosas de aprobación y aceptación, palabras que animen, inspiren y motiven a nuestros hijos a alcanzar nuevas alturas. Al hacer esto, estamos hablando bendiciones a sus vidas, estamos hablando abundancia e incremento, estamos declarando el favor de Dios en sus vidas.
Pero en demasiadas ocasiones, nos deslizamos a hablar palabras duras que critican a nuestros hijos, constantemente encontrando alguna falta en lo que nuestros hijos estén haciendo. “¿Por qué no puedes salir mejor en tus notas?” No dejaste bien el jardín. Vete a limpiar tu habitación, ¡parece un pocilga! No puedes hacer nada bien, ¿verdad?”
Palabras tan negativas causarán que nuestros hijos pierdan ese sentido de valor que Dios ha puesto dentro de ellos. Como padres, tenemos la responsabilidad ante Dios y la sociedad de entrenar a nuestros hijos, de disciplinarles cuando desobedecen, de amorosamente corregirles cuando toman malas decisiones, pero no debemos estar constantemente regañándoles. Si usted habla continuamente palabras que desaniman y desalientan, antes de mucho tiempo usted destruirá la imagen propia de su hijo; y con sus palabras negativas, abrirá la puerta, permitiendo que el enemigo traiga toda clase de inseguridad e inferioridad a su vida. Millones de adultos hoy día están todavía sufriendo los efectos de las palabras negativas que les hablaron sus padres de niños.
Recuerde que si comete el error de constantemente hablar palabras negativas sobre sus hijos, usted está maldiciendo su futuro. Además, Dios le pedirá cuentas a usted por haber destruido su destino. Con la autoridad viene responsabilidad, y usted tiene la responsabilidad como autoridad espiritual sobre su hijo de asegurarse que se sienta amado, aceptado y aprobado. Usted tiene la responsabilidad de bendecir a sus hijos.
Además de eso, la mayoría de los niños desarrollan sus conceptos de quién es Dios y cómo es Él de la imagen que tienen de sus padres. Si su padre es malo, criticón y áspero, inevitablemente los hijos crecerán con una manera distorsionada de ver a Dios. Si el padre es amoroso, bondadoso, compasivo y justo, el hijo entenderá mejor el carácter de Dios.
Una de las razones por las que hablo tanto de la bondad de Dios es porque vi a mi padre ejemplificarla. Ninguna persona pudo haber representado mejor a Dios ante los hijos Osteen que mi papá. Aun cuando cometíamos un error o nos desviábamos, a la vez que mi papá se mantenía firme, también era amoroso y bueno. Él nos guiaba al camino correcto inmediatamente. Nunca usó tácticas ásperas para meternos de nuevo al camino; nos amó hasta corregirnos y aunque era un hombre muy ocupado, siempre tomaba tiempo para nosotros.
Nos animaba a hacer grandes cosas, a cumplir nuestros sueños. Solía decir: “Joel, no hagas lo que yo quiero que hagas. Haz lo que tú quieras hacer. Sigue tus propios sueños”.
Mi papá creía en mis hermanos y en mí. Nos decía que éramos grandes, aun cuando sabíamos que no lo éramos, se refería a nosotros como bendiciones aun y cuando sabíamos que no nos estábamos comportando como bendición.
Mi mamá y mi papá criaron cinco hijos en nuestra casa. De niños, no teníamos programas para niños como hoy en día los tienen en muchas iglesias, todos nos reuníamos en el mismo auditorio. Mi hermanita, April, y yo solíamos sentarnos en la primera fila de ese antiguo edificio donde cabían unas doscientas personas. Jugábamos al “gato” (o también conocido como “cruces y círculos”) durante toda la reunión. (Estoy confesando esto para que usted sepa que todavía hay esperanza para sus hijos. Yo no puse atención, y Dios me hizo un pastor. ¡Quién sabe qué hará con sus hijos!).
Mi papá estaría en la plataforma, y mi mamá nos tendría a nosotros cinco en una fila, mientras alzaba sus manos, alabando a Dios con sus ojos cerrados. Sin embargo, tenía la sorprendente habilidad, con todo y sus ojos cerrados, de saber cuándo nos estábamos portando mal. Eso me asombraba muchísimo. ¡Creo que era mi primera experiencia con el poder sobrenatural de Dios! Veía a mi mamá para asegurarme que tenía cerrados los ojos antes de hacer algo para molestar a mi hermano, Paul. Sin perder un segundo, mi mamá bajaba lentamente una mano, con mucha gracia me tomaba el brazo, ¡y me daba un fuerte pellizco! Yo hubiera querido gritar pero sabía que lo mejor era no hacerlo. Y después, mi mamá levantaría de nuevo su brazo para continuar alabando al Señor.
Pensaba: Mamá, tienes un don. ¡Eso es sobrenatural!
Estoy bromeando (un poco), pero el punto es que mis hermanos y yo no éramos unos niños perfectos. Cometimos bastantes errores, pero mis padres nunca se fijaron demasiado en nuestras debilidades ni en los problemas. Siempre se enfocaban en las soluciones, constantemente nos decían que éramos los mejores niños del mundo, y crecimos sintiéndonos seguros, sabiendo que nuestros padres no sólo se amaban, pero nos amaban y creían en nosotros, y nos apoyarían pasara lo que pasara. Sabíamos que nunca nos criticarían ni condenarían, pero siempre creerían lo mejor de nosotros.
Como crecí con la aceptación y aprobación de mis padres, ahora, siendo padre yo, estoy practicando la misma clase de cosas con mis hijos. Estoy hablando palabras de bendición a sus vidas que pasarán de generación a generación, y yo sé que mis hijos transmitirán la bondad de Dios a sus hijos, y así sucesivamente.
Una de las primeras cosas que hago al ver a mi hijito Jonathan en la mañana, es decir: “Jonathan, eres lo mejor, hombre”. Constantemente le estoy diciendo: “Jonathan, tú eres el regalo de Dios para Mamá y para mí, te amamos; estamos orgullosos de ti; siempre te apoyaremos”. Le digo a nuestra hija, Alexandra, la misma clase de cosas.
Antes de que se vayan a la cama, les digo a nuestros dos hijos: “Papi siempre será tu mejor amigo”. Victoria y yo siempre les estamos diciendo: “No hay nada que no puedes hacer. Tienes un futuro emocionante ante ti. Estás rodeado del favor de Dios. Todo cuanto toques prosperará”.
Victoria y yo creemos que tenemos tanto una oportunidad como una responsabilidad de hablar las bendiciones de Dios a nuestros hijos ahora, mientras están pequeños. ¿Por qué esperar hasta que sean adolescentes, o estén en sus veinte años y por casarse, para comenzar a orar que las bendiciones de Dios llenen sus vidas? No, estamos declarando las bendiciones de Dios sobre ellos todos los días de su vida. Y tenemos la plena convicción de que nuestras palabras impactarán a nuestros hijos mucho después de que hayan crecido y tengan sus propios hijos.
¿Qué está dejando usted a la siguiente generación? No es suficiente sólo pensarlo; tiene que hablarlo. Una bendición no es una bendición si no se habla y sus hijos necesitan oírle palabras como: “Te amo. Creo en ti. Pienso que eres especial. No hay nadie como tú. Eres único”. Necesitan escuchar su aprobación; necesitan sentir su amor; necesitan su bendición.
Sus hijos pueden estar ya grandes, pero eso no debería detenerle de tomar el teléfono para hablarles y animarles, decirles que está orgulloso de ellos. Quizá usted no practicó bendecir a sus hijos mientras crecían, pero no es demasiado tarde; comience a hacerlo ahora mismo.
Las palabras no pueden ser retiradas
Jacob se presentó ante su padre Isaac, quien estaba prácticamente ciego, pretendiendo ser su hermano Esaú. Aunque los ojos de Isaac no veían tan bien, su inteligencia seguía intacta, por lo que cuestionó: “Esaú, ¿en realidad eres tú?”
“Sí, Padre, soy yo”, mintió Jacob.
Isaac no quedó convencido, así que hizo acercar a su hijo. Sólo cuando olió la ropa de Esaú se convenció al fin que era él y entonces le dio a Jacob la bendición que en realidad le pertenecía a su hermano mayor. Dijo algo como: “Que siempre tengas abundancia de grano y vino. Que las naciones se postren ante ti y las personas siempre te sirvan. Que seas Señor sobre tus hermanos. Que cualquiera que te maldiga sea maldecido, y cualquiera que te bendiga sea bendecido.
Fíjese que Isaac declara cosas sobre el futuro de Jacob, y si estudia la historia se dará cuenta de que esas cosas sí llegan a cumplirse.
Por otro lado, poco después de haber salido Jacob de con su padre, llegó Esaú. Él dijo: “Padre, siéntese; traje la comida que le preparé”.
Ahora Isaac estaba confundido y dijo: “¿Quién eres tú?”
“Papá, soy Esaú, tu primogénito”. En ese punto, la Biblia nos dice que Isaac comenzó a temblar violentamente, ya que se dio cuenta de que había sido engañado. Le explicó a Esaú como Jacob, su hermano, había llegado y con engaño se había robado la bendición.
Ahora llegamos a una parte sorprendente de esta terrible historia de traición. Esaú comenzó a llorar en voz alta, diciendo: “Padre, ¿no me puedes dar la bendición que le pertenece al hijo primogénito?”
La respuesta de Isaac fue tanto perspicaz como poderosa: “No, las palabras ya han salido, y no las puedo retirar. Dije que Jacob sería bendecido, y él siempre será bendecido.
¿Logra ver el poder de nuestras palabras? ¿Percibe el poder de declarar bendiciones sobre sus hijos? Isaac dijo: “Una vez que hayan salido palabras, no las puedo retirar”. Él le dio una bendición menos a Esaú, pero no fue tan significativa como la que le había dado a Jacob.
Tenemos que tener muchísimo cuidado con lo que permitimos salir de nuestra boca. La próxima vez que tenga la tentación de hablarle mal a alguien, de menospreciar a su hijo o degradarle, recuerde, nunca podrá retirar aquellas palabras. Una vez que las hablamos, toman una vida propia.
Use sus palabras para bendecir a las personas. Deje de criticar a su hijo y comience a declarar que tiene grandes cosas en su futuro.
No deberíamos hablar jamás palabras negativas, ni destructivas hacia nadie, en especial hacia las personas sobre quienes ejercemos autoridad o influencia. Sólo porque usted tiene su propio negocio o supervisa un gran número de empleados, eso no le da el derecho de hablarles mal y hacer que se sientan mal consigo mismos. ¡Al contrario! Dios le pedirá cuentas por lo que le dice a aquellos individuos bajo su autoridad, y Él le juzgará con un criterio más estricto. Debería de esforzarse para hablar palabras positivas que edifican y animan.
De manera similar, es importante que un esposo entienda que sus palabras ejercen tremendo poder en la vida de su esposa. Él necesita bendecirla con sus palabras, ya que ella ha dado su vida para amarlo y cuidarlo, para ser su pareja, para crear una familia juntos, y para criar a sus hijos. Si siempre está encontrando algo mal en lo que ella esté haciendo, si siempre está menospreciándola, él segará terribles problemas en su matrimonio y en su vida.
Además, muchas mujeres hoy día se encuentran deprimidas y se sienten emocionalmente abusadas porque sus maridos no las bendicen con sus palabras. Una de las principales causas de crisis emocional entre las mujeres casadas es el hecho de que no se sienten valoradas y una de las razones principales por las que se da esta diferencia es porque los esposos están conscientes o inconscientemente negando dar las palabras de aprobación que tan desesperadamente desean las mujeres. Si usted desea ver una obra milagrosa en su matrimonio, comience a alabar a su pareja, comience a apreciarla y a animarla.
“Ah, mi esposa sabe que la amo”, dijo un señor mayor: “No necesito decírselo, se lo dije hace cuarenta y dos años, al casarnos”.
No, ella necesita oírlo una y otra vez. Cada día, un esposo debería decirle a su esposa: “Te amo”. Te aprecio. Eres la mejor cosa que jamás me ha sucedido”. Una esposa debería hacer lo mismo por su esposo, su relación mejoraría muchísimo si simplemente comenzara a hablar palabras amables y positivas, bendiciendo a su pareja en lugar de maldecirla.
Declare la bondad de Dios
Debe comenzar a declarar la bondad de Dios en su vida. Declare confiadamente: “El rostro de Dios está resplandeciendo sobre mí, y Él desea ser bueno conmigo”. Eso no es jactarse, así es cómo Dios dice que seremos bendecidos, cuando empecemos a declarar su bondad.
Permíteme hacer algunas declaraciones a su vida:
- Declaro que usted es bendecido con la sabiduría sobrenatural de Dios, y que tiene una dirección clara para su vida.
- Declaro que es bendecido con creatividad, con valentía, con habilidad y con abundancia.
- Declaro que es bendecido con una voluntad fuerte y con autocontrol y disciplina propia.
- Declaro que es bendecido con una magnífica familia, con buenas amistades, con buena salud y con fe, con favor, con satisfacción y realización.
- Declaro que es bendecido con éxito, con fuerza sobrenatural, con ascensos y con protección divina.
- Declaro que es bendecido con un corazón obediente y con una actitud positiva de la vida.
- Declaro que cualquier maldición que jamás se haya hablado sobre usted, cualquier palabra mala o negativa dicha en contra suya, será rota ahora mismo.
- Declaro que es bendecido en la ciudad; es bendecido en el campo; es bendecido cuando entra; es bendecido cuando sale.
- Declaro que todo lo que hagan sus manos prosperará y saldrá bien.
- ¡Declaro que es bendecido!
Le
animo a recibir estas palabras y a que las medite; permita que penetren en lo
profundo de su corazón y su mente y se hagan una realidad en su vida. Practique
hacer algo parecido con su familia. Aprenda a hablar bendiciones sobre su vida,
sus amigos, su futuro. Recuerde que una bendición no es una bendición hasta que
es hablada. Si usted hace su parte y comienza a hablar audazmente las
bendiciones sobre su vida y las vidas de los que le rodean, Dios le proveerá de
todo lo que necesita para vivir la vida abundante que Él quiere que tenga.
Autor: Joel Osteen - Tomado del libro: Su mejor vida ahora Editorial: Casa creación Porque enseñarle a su hijo a orar
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