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lunes, 7 de enero de 2013

Caractericas de una vida cristiana



En la vida hay cosas que a veces nos pueden parecer maravillosas, únicas o hasta incomparables, pero nada en el mundo se puede comparar con estar y experimentar la presencia de Cristo. Y cuando le servimos en alguna área del ministerio, es más importante tomar en cuenta algunas cosas que necesitamos tener en nuestra vida cristianan

Nosotros como jóvenes cristianos, debemos estar siempre buscando mas y mas de la presencia de Dios, y no darle al enemigo la oportunidad de venir a poner en nuestra mente ideas negativas, y hacer que el gozo de Dios se aparte de nuestras vidas. Recuerda joven; siempre debemos estar gozosos y tratando de experimentar cada vez mas a Cristo.

En filipenses 4:4-9, se expresa la definición de la realidad interna de una persona que vive y experimenta a Cristo. No podemos pensar en experimentar la presencia de Dios, si no estamos realmente dispuestos a hacerlo, en estos versículos, la palabra de Dios nos da nueve características que nosotros como jóvenes cristianos, debemos reunir para llevar una verdadera vida cristiana.

1. Estar siempre alegres: según el versículo 4, debemos estar siempre gozosos y regocijados. En libro de Filipenses las palabras gozo o regocíjense, se repite de 12 a 14 veces, entonces podemos ver que la clave para disfrutar de la verdadera presencia de Dios, es estar siempre gozosos, esto nos ayudara a cumplir o convivir con las otras características de la vida cristiana.

2. Ser gentiles (compresivos): en el versículo 5 la palabra de Dios nos dice que debemos como cristianos ser compresivos, quiere decir que no debemos tener en nuestras vidas vanagloria, debemos estar libres de toda rivalidad, murmuraciones, resentimientos y no discutir con otras personas. El Señor esta cerca, no debemos estar preocupados y debemos dejar que las personas que están a nuestro alrededor, nos vean y conozcan como personas moderadas, tranquilas, compresivas, que no nos irritamos ni molestamos, que estamos con paz y sosegados. Este es un aspecto que muestra una persona que vive a Cristo.

3. No ser afanados (preocupado, angustiados, inquietos): En el versículo 6, se nos dice que no seamos ansiosos, dice la palabra de Dios en este versículo, que no nos preocupemos por nada, si no que oremos y confesemos nuestra necesidad y demos gracias. El enemigo constantemente trae la preocupación, los problemas, la ansiedad, el afán a nuestras vidas y nos aleja de la comunión con Dios, por eso debemos llevar una vida que sea la expresión de Cristo y no preocuparnos, si no orar y dar gracias, creyendo que Dios escuchó y contestará nuestra necesidad, según nos dice Mateo 6:25 “...no os afanéis por vuestra vida, que habéis de comer o que habéis de vestir...”


4. Verdaderos: Debemos ser verdaderos en un vivir con Cristo, no falsedad, no mentiras, no debemos hacer nada en forma ligera sin pensar, solo debemos estar con la verdad y con trasparencia ante todo.

5. Honorables: Debemos tener dignidad, ser respetuosos con las personas que están a nuestro alrededor, que vean en nosotros cristianos honorables de verdad.

6. Justos: En Santiago 5:16, dice “...La oración eficaz del justo puede mucho...”, por lo tanto hay actuar correctamente esperando que Dios apruebe nuestros actos.

7. Puros: Debemos ser sencillos en nuestras acciones y hacer lo moralmente limpio ante los ojos de Dios.

8. Amables: En la sociedad en la que nos desenvolvemos, ser amable abre muchas puertas, por eso es mejor ser amable que no ser groseros o antipáticos, debemos como jóvenes cristianos tratar de darnos a querer por las personas que nos rodean.
9. Buen nombre: Hacer las cosas dejando una buena reputación, ser corteses, considerados y de buena fama, que se hable bien de nosotros como cristianos.

Cuando hayamos cumplido o adquirido estas características, la palabra de Dios nos dice que pasara con nosotros en el versículo 7, “Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardara vuestro corazón y vuestro entendimiento en Cristo Jesús”, además el versículo 9 nos dice “... y el Dios de paz estará con nosotros”.

Si tenemos a Cristo en nuestro corazón y queremos experimentar y vivir a Cristo, debemos aceptar y adoptar estas características, y hacerlas parte mi vida, solo pidamos a Dios que nos ayude a ser mejores jóvenes y nos de sabiduría para aprender a experimentar su presencia.


martes, 28 de agosto de 2012

Enseñar a los hijos


“Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre”.
Proverbios 1.8

Por lo general, este versículo se les lee a los chicos cuando uno quiere que estos obedezcan a sus padres. El problema se suscita cuando el niño contesta “mi padre no me instruyó ni mi madre me dirigió”.

Por eso, como padres, necesitamos ser buenos ejemplos ya que no se puede enseñar lo que no se vive, porque esa enseñanza carece de autoridad espiritual y moral.

La educación financiera de un niño es importante para su futuro, pues, se dedique a lo que se dedique, tendrá que tratar con dinero, y el saber hacerlo o no le facilitará o le dificultará el desarrollo de su vida.

Los padres cumplimos un rol fundamental en este sentido, porque es una de nuestras responsabilidades y por lo general ni siquiera en los buenos colegios se enseña este tipo de cuestiones.

Es fundamental tener en cuenta lo siguiente:

Hacerlos participar de la economía familiar, que conozcan la realidad económica de la familia sin preocuparlos pero sin evadirlos, para que puedan madurar.
Deben entender que a veces se puede gastar y a veces no, y que otras tantas se deben sacrificar cosas como las vacaciones en pro de comprar, por ejemplo, la casa propia.

Permitir que se administren: darles para sus gastos y que aprendan a manejarse, incluso enseñándoles a hacer su propio presupuesto mensual de gastos.

Desafiarlos a tener metas, enseñarles a ahorrar y a sacrificarse por lo que desean, desarrollando en ellos un sentido de recompensa y no de gratificación.

Bendecirlos y no maldecirlos, enseñarles a diezmar y a ofrendar generosamente, ya que “es más bienaventurado dar que recibir”, y esto les permitirá prosperar económicamente.

Asistirlos en momentos clave: 2 Corintios 12.14 dice que “no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos”, esto significa proveer para el futuro de ellos y no serles carga.
También Proverbios 19.14 dice que “la casa y las riquezas son herencia de los padres, mas de Jehová la mujer prudente”, o sea, debemos dejar de preocuparnos por con quién se van a casar nuestros hijos y empezar a ocuparnos de con qué se van a casar, ya que de la persona se ocupa Jehová, pero de la casa y las riquezas nos debemos ocupar los padres.


Yo bendigo tu vida para que puedas instruir y dirigir a tus hijos conforme los principios de la Palabra de Dios; y puedas ser un verdadero ejemplo para ellos, bendiciendo de esta forma a las futuras generaciones.


por:  pastor daniel gonzalez,  http://www.iglesiadelcentro.org/

miércoles, 9 de mayo de 2012

Jugar es un placer

Por qué es tan importante jugar?

Para el bebé y el niño, jugar es la manera de descubrir, explorar y conocer el mundo.

Es su actividad principal. Una experiencia creadora constante.

Y para poder desarrollarla adecuadamente necesita, desde los inicios de su vida, poder hacerlo en un ámbito confiable que le dé seguridad, donde pueda usar todos sus sentidos, para a partir de allí ir desarrollando funciones más complejas tales como sentir, percibir, intuir, pensar.

Jugar es la posibilidad de construir un espacio y un tiempo especial donde todo es posible.

Es encontrarse con los propios deseos, intereses, afectos, y con el placer... "porque si" de jugar, más allá de los resultados visibles que obtenga.

Es entrar en un mundo de sensaciones y ponerlas en acción, incluso aun cuando no se ha adquirido el lenguaje.

Jugar es un asunto serio

Generalmente se asocia el juego con diversión, pasatiempo, entretenimiento.

¿Pero el jugar...es sólo eso?

NO, es mucho más que eso. Es el factor dominante de la vida infantil. Es su actividad y "trabajo por excelencia". Jugar es crecer.

Desde que el bebé nace, ya en sus momentos de alimentación, disfruta del acto de alimentarse mas allá de nutrirse de la leche materna. Este es su primer "jugar", con el pecho, con la mirada, con los gestos, con la mamá.

Chupar objetos, manipularlos, golpear, arrojar, buscar, sacar, poner, esconder, etc., serán las maneras que tendrá de desplegar todas sus posibilidades y potencialidades afectivas e intelectuales.

Y también de conocer su cuerpo y de recrear la realidad en la que vive. 

¿Hay diferentes modos de jugar?

Las maneras de jugar van cambiando a medida que los chicos crecen y se desarrollan en lo físico, psíquico y social.

Los primeros juegos son los funcionales; estos son aquellos en que el bebé está "jugando" aunque a veces no nos demos cuenta de ello.

¿Cómo? El bebé tiende a prolongar las sensaciones placenteras repitiendo una y otra vez una actividad o un movimiento, con el fin de mantener ese placer que en un primer momento obtuvo por casualidad. Así logra con el tiempo realizar esto con mayor seguridad, lo que le da mucha alegría y confianza en sí mismo.

Con la aparición del lenguaje, esta repetición física se traslada a las palabras. Repite sonidos, ruidos, palabras, como una manera de comenzar a dominar esta nueva posibilidad que se le abre en el mundo: la comunicación verbal. 

Nuevamente, en un inicio lo hace por el placer mismo de experimentar sensaciones nuevas, y con el tiempo comenzará a desarrollar el juego simbólico que se da durante el segundo año de vida, donde su forma de jugar comenzará a complejizarse y hasta podrá imitar o dramatizar situaciones familiares vividas por él (jugar a la mamá, al doctor, jugar a alimentar o dormir a un muñeco, etc.).

¿Cúales son los "mejores juegos"?

Son aquellos que el bebé o el niño eligen espontáneamente. Podremos ofrecerle muchas alternativas (ositos de colores brillantes y texturas suaves, sonajeros musicales, móviles de colores, cuneros) pero él elegirá quizás... el llavero de casa.

Cualquier situación u objeto puede convertirse en algo para jugar. Lo importante es poder mirar y acompañar a los chicos en esta constante y placentera tarea de experimentar, de conocerse y conocer el mundo. Y jugarse junto con ellos en la aventura de vivir la vida.
¿Vamos a jugar? 

Tomado de:  www.planetamama.com.ar

Qué hacer cuando los hermanos se pelean (4 a 10 años)

Las peleas entre hermanos no se terminan cuando uno de ellos deja de llevarse a la boca los juguetes del otro, sino que siguen y por lo general no se resuelven hasta la adolescencia.

Cuando los hermanos que tienen entre 4 y 10 años se pelean, los motivos pueden seguir siendo el uso de los juguetes y los celos, pero también aparecen otros que son propios de niños más grandecitos: quién se baña primero, quién desordenó y quién no –y por ese motivo no quiere guardar-, las invitaciones de amigos –uno invita y el otro quiere invitar, o invitan sólo a uno y eso genera conflictos-, las actividades que puede hacer uno sí y otro no debido a la diferencia de edad –por ejemplo un chiquito de 4 no puede patinar sobre hielo, pero su hermano de 10, sí-, las diferencias que existen entre ellos a la hora de elegir un programa –uno quiere ir al cine y el otro prefiere alquilar un video-, etc.

Las razones son infinitas e incluyen los tan inciertos “me miró mal” o “me habló mal” que muchas veces deja a los padres sin saber cómo intervenir. Por eso vale insistir en el hecho de que las peleas entre hermanos son esperables y que, como regla general, los padres deben ser neutrales y abstenerse de opinar, retar y participar, salvo que la situación se vuelva insostenible.

Y a la hora de las penitencias, siempre conviene que sean para los dos, porque la mayoría de las veces es muy difícil desentrañar “quién empezó” o “quién tiene la culpa” y los padres deben evitar todo lo posible ponerse en el lugar de jueces. Hacer cumplir las penitencias y mostrar “un frente común” entre ambos padres –y no discutir sobre criterios de crianza, o si corresponde o no una penitencia delante de los chicos- también es fundamental para que los chicos tengan un límite claro que les de seguridad.

Cuando los chicos acuden a sus padres a decirles que su hermano hizo –o no hizo- tal o cual cosa, los padres no deben incluirse inmediatamente: “Andá y decile que eso no te gusta” y “Resuélvanlo entre ustedes” son dos frases para devolverles la responsabilidad sobre la situación. Y hay que tener en cuenta que si los padres actúan permanentemente como mediadores y jueces entre sus hijos, no los ayudan a aprender a resolver sus conflictos por su cuenta, lo cual dificulta el camino hacia la autonomía.

Los diferentes permisos que pueden tener los hermanos también suelen ser fuente de pelea y enojo, porque si el de 10 años puede ir solo al kiosco a buscar el diario, el de 4 también va a querer hacerlo. Por eso un detalle importante para tener en cuenta a la hora de tratar de ser “justos” con los hijos –cuando no queda otra opción más que intervenir en una pelea-, es recordar que lo más adecuado no es darles a los dos lo mismo, sino a cada uno lo que necesita. Y eso hay que enseñárselos en el día a día.

Tomado de: http://www.planetamama.com.ar

lunes, 23 de abril de 2012

Madres que trabajan




1. La mujer "plena": Las películas y la publicidad en la TV nos muestran a la "mujer realizada o plena": trabaja en forma eficiente fuera de casa, en el hogar atiende a su marido y cuida a sus hijos. En "sus ratos libres" practica algún deporte para mantenerse delgada y va a la peluquería pues tiene una cena a la noche.

Generalmente la realidad no es tan así. En el trabajo debe luchar en forma desigual en un mundo masculinizado. Al salir del trabajo hay que hacer las compras del super: el dulce que falta en el desayuno, el regalito para el cumpleaños del amiguito del nene, la crema de afeitar para el marido... Al llegar a la casa muchas veces hay que corregir lo que hizo la empleada. -Los exámenes de los chicos que ya llegan otra vez!, y como el padre le dijo que atienda un poco más esa parte, hay que revisar los deberes y tomarles la lección.

También preparar los uniformes para mañana, con ese barro que no sale, ponerlos en el secarropas, pues con la lluvia no se secan. "¿Qué hay para cenar?", preguntan mientras miran la tele. Claro que al final llega la hora de acostarse y descansar... si es que no viene el chico con: "Mamá, para mañana tengo que llevar un cuaderno de 50 hojas... forrado".

Después de todo eso surgen los dolores en el cuello y la espalda, algunos tics nerviosos, dificultades para conciliar el sueño. Claro que siempre está la voz sabia del que aconseja: "Lo que pasa es que te preocupas demasiado por las cosas, trata de relajarte".

2. Un costo muy alto: Sin temor a equivocarnos podemos decir que el "precio" de salir a trabajar es elevado. La mujer sigue con la responsabilidad de atender la casa y la familia.

A nadie se le ocurre hoy plantearse el hecho de si es conveniente o no que la mujer trabaje.

Algunas lo hacen por necesidad, otras por desarrollar sus intereses personales o profesionales.

Pero mientras van adquiriendo nuevos roles, éstos se suman a los anteriores.

Para ser una madre es primordial entregar amor al niño en una actitud tranquila y satisfecha. Si al quedarse en casa lo hace con resentimientos y frustración, que atribuye concretamente a los "sacrificios" que debe hacer por el hijo, la compañía que entrega, estar hecha sin alegría y no ser fuente de seguridad afectiva.

3. Ventajas y desventajas: Entre las ventajas está la ampliación del mundo cultural por los mayores contactos que tiene, el aumento de la seguridad e independencia económicas.

Desventajas: destacan la ausencia prolongada de la casa y sobrecarga del trabajo doméstico. El riesgo mayor es que el cansancio y las tensiones la pongan de mal humor, se irrite fácilmente, y esté poco dispuesta a compartir su tiempo libre con sus hijos.

Si esto sucede ser conveniente plantearse, quizás no el trabajo, pero si la forma de asumirlo, y estudiar la posibilidad de que el trabajo de la casa sea compartido.

4. ¿Qué necesitan los niños?: Los niños necesitan una madre atenta y preocupada de sus intereses para sentirse felices y valorados. El corto tiempo que se dispone para los hijos debe ser compensado por la "calidad" de él. Pero es bueno no hacerse trampas: un mínimo de tiempo con ellos es esencial.

Quizás es bueno realizar en forma entretenida algunas cosas juntos, como las compras, pegar botones. En este compartir, los niños pueden aprender a hacer las cosas en forma autónoma.

Si el perfeccionismo no es una virtud, sino un defecto, en las madres que trabajan fuera de casa es especialmente aconsejable "erradicar" la obsesión por un orden o limpieza perfectos. Si no se logra, tal vez toda su energía se agote en el orden, y pierda la capacidad de recibir, sentir y expresar ternura.

Es posible que las mujeres que culpan al trabajo por ser incapaces de expresar amor y por no poder dedicarse a los niños, aunque estuvieran en casa, de nada les serviría.

Una mamá que quiere a sus hijos encontrará tiempo y forma para entregarles ternura y afecto.

El padre es el mejor amigo?


"Mi hijo no confía en mí. Le he dicho que el padre es el mejor amigo, que me diga lo que le pasa, que no tenga miedo, pero ... no sé qué hacer. No tengo influencia sobre él. Ud. no sabe cuanto me duele. ¡El padre es el mejor amigo! ¡Pura teoría!".

Por razones de exposición hemos singularizado, pero con diferencia de matices, podríamos decir: los padres, padre y madre. Hoy se recuerda a los padres que deben hablar con sus hijos adolescentes lástima es que, para muchos, el consejo llega demasiado tarde.

Mucha gente cree que va a conseguir entablar el diálogo con su hijo cuando éste llegue a la pubertad sin haberlo iniciado anteriormente; y, lo que es mas grave, cuando han interpuesto ente ellos y su hijo un muro difícil de derribar: los malos hábitos educativos de los. padres como las malas costumbres permitidas a los hijos, no son fáciles de superar.

La amistad solo se da entre pares.

La amistad, en al sentido estricto, no puede darse entre padres e hijos. El intercambio que la amistad implica solo puede alcanzarse entre pares. El hijo -niño, adolescente o joven- puede llegar a confiar en el padre sus problemas y sus más íntimas experiencias, actitud que no puede darse a la inversa. El hijo no puede comprender y asimilar los problemas del padre. Padres e hijos no son pares. En cambio, en un sentido amplio, tal amistad posible: el padre puede llegar a ser, si no el "mejor amigo", al menos un amigo.

El niño debe encontrar en él al primer amigo pues es su confidente natural. Es la primera persona en que el niño confía, pero ¿ por qué, en la mayoría de los casos, eso no sucede al llegar el niño a la pubertad si no antes?. Deberlarnos creer, si observarnos la realidad, que es una de esas frases bonitas que se dicen paro que en la práctica no se dan.

Podemos pensar que la oposición entre dos personalidades --una ya hecha, la otra en formación-, que la tensión entre la autoridad y la libertad, hacen imposible que el padre sea el confidente natural de su hijo adolescente. No lo creemos imposible, pero, como todos los problemas humanos, tampoco lo consideramos fácil.

Los padres policias

Muchos padres adoptan con sus hijos la actitud de un "policía", y esto provoca que sus hijos lo vean como "el enemigo". Para esos hijos, los padres sólo existen para vigilarlos, controlarlos, amonestarlos y castigarlos. Por supuesto que - aunque negativa- ésa también es una función paterna, pero no es la única ni la más importante. Lo "padres policías" se dirigen a sus hijos con frases como éstas: "Cómo te portaste en el colegio? Por qué no entregaste el boletín? Debes tener malas notas! Qué notas! Aprende de tu hermano! No te comas las uñas! Qué manera de hablar es esa! Adónde fuiste? Por qué llegaste tarde? Mañana no sales!

Comprendamos la actitud del hijo

Las únicas palabras que esos padres tienen con sus hijos son frases secas, cortantes y en cierto modo agresivas: es comprensible que el hijo 'huya" de su padre y lo mire con resentimiento. No dejará de amarlo, y lo manifestará en la primera ocasión que se le presente, pero no le hará confidencias; salvo que así vea la forma de evitar un castigo o para pedido, en caso extremo, la solución a un problema que lo ahoga.

Comprendamos la actitud del hijo comparándola, por analogía, con la de un empleado con un jefe que siempre lo está controlando, corrigiendo y poniendo en evidencia sus errores. Los sentimientos del empleado y del hijo son similares: ambos "odian' al jefe y padre "policías", y es comprensible que así suceda.

Los padres deben dialogar con sus hijos

Si los padres quieren que sus hijos sean sus amigos, deben hablar con ellos. Sus conversaciones deben ser diálogos y no sermones o conferencias, y deben girar alrededor de las inquietudes de sus hijos: juegos, diversiones, estudios, trabajos, aspiraciones y problemas. No deben esperar que sus hijos inicien el dialogo.

Respetando su intimidad y personalidad naciente, ellos deben dar el primer paso. El padre debe dirigirse a su hijo no sólo para preguntarle si cumplió sus obligaciones o para criticarlo, sino también para estimularlo oportunamente, elogiarlo con prudencia, interesarse espontáneamente por sus quehaceres, valorar sus ideas e iniciativas, acompañarlo en sus emociones y problemas. regocijarse con sus alegrías y triunfos, apesadumbrarse por sus tristezas y fracasos, levantar su ánimo cuando lo ve abrumado por las dificultades, menguado con tacto cuando lo observa arrogante y altanero en sus éxitos, enfrentarlo prudentemente con la realidad que ignora y comprenderlo en su edad y temperamento. Vivir y sentir con él, y también vigilarlo, corregirlo, amonestarlo y castigarlo adecuadamente cuando fuere necesario.

"Si quieres la amistad de tu hijo, dásela tu primero"

La amistad no es un 'botín de guerra" ni la imposición de un vencedor o de autoridad alguna. La amistad no es una concesión gratuita, es un don voluntario que se debe ganar. No es tarea fácil para un padre ganar la amistad de su hijo, pero si realmente lo ama y apunta al ideal de padre señalado, es posible que la conquiste. El padre que quiera conseguir la amistad de su hijo, lo mejor que un hombre puede brindar a otro, ha de brindársela él primero. Tratándolo como a un amigo tal vez consiga que su hijo no le tenga miedo, confíe en él y lo vea como un amigo.

miércoles, 29 de febrero de 2012

El nos amó primero



Con frecuencia me he encontrado con cristianos frustrados. Ellos están procurando por todos los medios tener algún encuentro con Dios. Exclaman con desilusión: «¡Yo le busco y trato de agradarlo en todo, pero él no me contesta! Es como si estuviera ausente.»

La frustración de estas personas es real. Pero no tiene que ver con la falta de respuesta en el Padre, sino de un concepto errado que se ha hecho fuerte entre nosotros. Y es que muchos de nosotros tenemos un Dios que es más parecido a nosotros que al Dios que describe la Biblia. Es un Dios que es selectivo en escoger con quien se relacionará. A unos pocos, les favorece con extraordinarias experiencias y los visita con su favor. El resto de nosotros parecemos tener alguna característica que nos descalifica para llegar a esto.

Su interés en estar cerca de cada uno supera al de nosotros, en participar de nuestra vida y en bendecirnos con lo que ha preparado para sus hijos.
El resultado es que pasamos gran parte de nuestro tiempo tratando de modificar nuestras vidas para que él se fije en nosotros. En esta versión de la vida espiritual, Dios es distante e indiferente con nosotros. Debemos encontrar la manera de convencerlo que se fije en nosotros, de que le dé un poco de importancia a lo que nos está aconteciendo. De alguna manera necesitamos seducirlo para que también a nosotros nos ame.

Nuestro Padre, sin embargo, no es un padre caprichoso como lo pudieron ser algunos de nuestros padres terrenales. Su interés en estar cerca de cada uno supera al de nosotros, en participar de nuestra vida y en bendecirnos con lo que ha preparado para sus hijos. No necesita que nadie lo convenza para hacer esto, porque quien ha tomado la iniciativa para buscarnos es él. «Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los escogí a ustedes, y los designé para que vayan y den mucho fruto» (Jn 15.16)

¿Qué demanda de nosotros este cambio de óptica? Que nos relajemos un poco y dejemos que él nos ame. Cuando hayan cesado nuestros esfuerzos desesperados por alcanzarlo, comenzaremos a darnos cuenta de que ya hemos sido alcanzados por su amor, y que de mil maneras diferentes cada día nos hace notar que él nos busca con amor eterno.

Dios no puede ser conquistado por la fuerza. ¡Debemos ser como niños, y dejarle a él que nos seduzca a nosotros con su incomparable amor!

Para pensar:El autor Thomas Kelly, que escribió una pequeña gema llamada Un Testamento de devoción, nos hace notar: «En esta época humanística, suponemos que el hombre es el que inicia y Dios el que responde. Pero el Cristo viviente en nosotros es el que inicia y nosotros somos los que respondemos. Dios el amante, el seductor, el que revela la luz y las tinieblas es el que invita. Y toda nuestra aparente iniciativa no es más que respuesta, un testimonio a su presencia y obra secreta dentro de nosotros.»



tomado de> http://www.desarrollocristiano.com/devocionales.php

jueves, 23 de febrero de 2012

Trastornos de conducta



"¿Cómo se manifiestan?" Los trastornos de conducta en los jóvenes constituyen un grupo complicado de problemas emocionales y del comportamiento. Los niños y adolescentes que sufren estos trastornos tienen mucha dificultad en seguir las reglas y en comportarse de manera socialmente aceptable.


Otros niños, adultos e instituciones sociales los consideran "malos" o delincuentes en lugar de considerarlos con un problema de salud mental.

Los niños y adolescentes con trastornos de conducta pueden manifestar algunos de los siguientes problemas del comportamiento:

Agresión hacia las personas y los animales:
• acosa, intimida o amenaza a los demás,
• a menudo inicia peleas físicas,
• ha usado un arma que puede causar daño físico serio a otros (por ejemplo: palos, ladrillos, botellas rotas, cuchillos o revólveres),
• es físicamente cruel con las personas o animales,
• roba a sus víctimas mientras las confronta (asalto),
• obliga a otro a llevar a cabo una actividad sexual.


Destrucción de la propiedad:
• deliberadamente prende fuegos con la intención de causar daño,
• deliberadamente destruye la propiedad de otros.


Engaños, mentiras o robos:
• fuerza la entrada en el edificio, casa o automóvil de otros,
• miente para que le den las cosas, para obtener favores o para evitar las obligaciones,
• roba artículos sin confrontar a la víctima (por ejemplo, roba en las tiendas, pero sin forzar su entrada para robar).


Violación seria a las reglas:
• se queda la noche fuera de la casa aún pese a la objeción de sus padres,
• se escapa de la casa,
• deja de asistir a la escuela cuando le parece.


Los niños que muestran estos comportamientos deben recibir una evaluación por parte de un profesional de la salud mental. Muchos niños que exhiben problemas de conducta pueden tener otros trastornos tales como trastornos de estado de ánimo, ansiedad, estrés postraumático, abuso de substancias, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), problemas con el aprendizaje, los cuales también pueden ser tratados.

"¿Cómo se tratan los trastornos de conducta?"

Las investigaciones demuestran que los jóvenes con trastornos de conducta tendrán problemas si ellos y sus familias no reciben tratamiento a tiempo. Sin el tratamiento, muchos de estos jóvenes con trastornos de conducta no lograrán adaptarse a las demandas que conlleva el ser adulto y continuarán teniendo problemas en sus relaciones sociales y manteniendo un empleo. A menudo contravienen la ley o se comportan de manera antisocial.

Muchos factores pueden contribuir al desarrollo de los trastornos de conducta en el niño, incluyendo lesiones en el cerebro, el haber sufrido abuso, vulnerabilidad genética, el fracaso escolar y las experiencias traumáticas de la vida.

El tratamiento de los niños con trastornos de conducta puede ser complejo y retador. El tratamiento se puede proveer en una variedad de escenarios dependiendo de la severidad de los comportamientos.

Además del reto que ofrece el tratamiento, se encuentran la falta de cooperación del niño y el miedo y la falta de confianza de los adultos. Para poder diseñar un plan integral de tratamiento, el psiquiatra de niños y adolescentes puede utilizar la información del niño, la familia, los maestros y de otros especialistas médicos para entender sus causas.

La terapia de comportamiento y la psicoterapia generalmente son necesarias para ayudar al niño a expresar y controlar su ira de manera apropiada. La educación especial puede ser necesaria para los jóvenes con problemas de aprendizaje. Los padres frecuentemente necesitan asistencia de los expertos para diseñar y llevar a cabo programas educativos en casa y en la escuela. El tratamiento puede también incluir medicamentos para algunos jóvenes, como aquéllos que tienen dificultad prestando atención, problemas con los impulsos o aquéllos que sufren de una depresión.

El tratamiento raras veces es corto ya que toma mucho tiempo establecer nuevas actitudes y patrones de comportamiento. Sin embargo, el tratamiento a tiempo ofrece una oportunidad para considerable mejoría en el presente y una esperanza de éxito en el futuro.

Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo

Mantener la autoridad como padres



"El cambio de autoridad de padres a hijos: El Síndrome del Emperador o El Pequeño Dictador"

Uno de los papeles de los padres es ayudar a su hijo a crecer, no solo alimentándolo y cuidando su salud física, sino ayudándolo a aprender y a entender las normas sociales necesarias para interaccionar y adecuarse al colegio o con sus amigos. Para ello los padres deben asumir un rango de autoridad frente a sus hijos y obtener su respeto. De lo contrario, si asumen un papel de amigos o iguales, el niño deja de aprender un amplio número de normas sociales que le permitirán convivir con el resto de la sociedad.


Muchos padres, inseguros, y temerosos de ser demasiado rígidos con sus hijos mayores, adoptan estilos educativos blandos y permisivos. Estos padres no se imponen ante sus hijos, no se niegan ante las demandas inadecuadas de sus hijos, ofreciéndoles todo aquello que los hijos piden. Esto hace que los niños cada vez pidan más y no se conformen nunca con lo que tienen, faltan límites, a la vez que dejan de aprender resolución de conflictos.


Esta falta de normas rígidas hace que muchos niños asuman el rol de autoridad. Son niños que pese a estar en edad escolar se comportan como manipuladores, que mediante la agresividad verbal o física, a través de pataletas, chantajes emocionales, etc. imponen sus propias normas.


Ante esta situación se produce un descontrol y se inicia una lucha de poder.
Si unimos este permisivismo a un temperamento difícil puede surgir el denominado Síndrome del Emperador, niños egocéntricos que solo piensan en su propios interés, no toleran la frustración, reaccionan con agresividad, a menudo no tienen remordimientos por sus actos, son desobedientes y maleducados e insultan e, incluso, pegan a sus padres como si de algo natural se tratase. Sólo un 10% de estos niños tiene un trastorno que justifica su conducta.


Es el deber de los padres educar a sus hijos en edad escolar y marcar los límites. Deben actuar con asertividad, siendo capaces de decir que "no" y no sentirse culpables por ello, eso no hace daño al hijo, sino que se lo educa y se lo prepara para tolerar la frustración, puesto que en la vida se enfrentará a múltiples situaciones en que tendrán que aceptar el rechazo.


Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo

lunes, 23 de enero de 2012

Los Niños y el Elogio



"El elogio es una herramienta muy efectiva para motivar y crear un profundo sentido de autoestima, la cual es la cualidad más importante y delicada que un ser humano pueda poseer"
El niño debe desarrollar un sentido interno de confianza y valorarse como persona.

Al elogiar su conducta, usted lo ayuda a reconocer lo valioso e importante que es por el simple hecho de ser él mismo. El elogio es una herramienta muy efectiva para motivar y crear un profundo sentido de autoestima, la cual es la cualidad más importante y delicada que un ser humano pueda poseer.

Una manera fabulosa de aumentar la autoestima de su hijo es mediante el sueño. Ante todo, se debe establecer una hora formal de ir a la cama, un momento en el cual el nivel de energía y los niveles de resistencia se reduzcan y lleguen a la calma. La hora de dormir es probablemente la más importante del día de su niño. Puede comenzar con un baño como inicio del ritual. Después vendría la hora del cuento en la que el niño le lee una historia (si el niño es muy pequeño, le puede contar una historia por él inventada utilizando un libro como guía), luego usted puede leerle un cuento.

Es importante familiarizar al niño con la lectura lo más pronto posible puesto que la lectura y la autoestima van de la mano. La lectura es una ventaja vital y esencial para el bienestar psicológico de su hijo y para que este pueda desarrollar un concepto de su propio ser. Quizás, cuando los dos hayan leído, puedan tenderse en la cama abrazándose y acariciándose y puedan hablar de las cosas que pasaron en el día, bríndele seguridad, cántele canciones, métalo en la cama con muchos besos y abrazos. Después de unos 10-15 minutos de que se haya quedado dormido, regrese a él y siéntese a su lado. Susurre al oído mensajes tranquilizantes. Por ejemplo, "Pedro, aquí esta mami.

Quiero que sepas lo mucho que te quiero, eres un niño bueno y feliz. Me haces sentir muy contenta cuando te comes toda la comida, no peleas con tu hermana yverte reír..." Para este momento ya él habrá absorbido el mensaje, esto lo ayudará a dormir tranquilamente. La comunicación puede aumentar en gran medida la autoestima de su hijo. Elógielo por sus logros o simplemente por ser él mismo.

El elogio enseña a su hijo a ser positivo y a centrarse en lo bueno de su vida.

El niños y la televisión



"Mientras la televisión puede entretener, informar y acompañar a los niños, también puede influenciarlos de manera indeseable."

El mirar televisión es uno de los pasatiempos más importantes y de mayor influencia en la vida de niños y adolescentes. Los niños en los Estados Unidos miran la televisión durante un promedio de tres a cuatro horas al día. Para el momento en que se gradúan de la escuela secundaria habrán pasado más tiempo mirando televisión que en clase. Mientras la televisión puede entretener, informar y acompañar a los niños, también puede influenciarlos de manera indeseable.

El tiempo que se pasa frente al televisor es tiempo que se le resta a actividades importantes, tales como la lectura, el trabajo escolar, el juego, la interacción con la familia y el desarrollo social. Los niños también pueden aprender cosas en la televisión que son inapropiadas o incorrectas. Muchas veces no saben diferenciar entre la fantasía presentada en la televisión y la realidad. Están bajo la influencia de miles de anuncios comerciales que ven al año, muchos de los cuales son de bebidas alcohólicas, comidas malsanas (caramelos y cereales cubiertos de azúcar), comidas de preparación rápida y juguetes.
Los niños que miran demasiada televisión están en mayor riesgo de: Sacar malas notas en la escuela. Leer menos libros. Hacer menos ejercicio. Estar en sobrepeso. La violencia, la sexualidad, los estereotipos de raza y de género y el abuso de drogas y alcohol son temas comunes en los programas de televisión. Los jóvenes impresionables pueden asumir que lo que se ve en televisión es lo normal, es seguro y es aceptable. Por consecuencia, la televisión también expone a los niños a tipos de comportamiento y acititudes que pueden ser abrumadores y difíciles de comprender.

Los padres pueden ayudar a sus hijos a tener experiencias positivas con la televisión. Los padres deben de:
1. Mirar los programas con los hijos.
2. Escoger programas apropiados para el nivel de desarrollo del niño.
3. Poner límites a la cantidad de tiempo que pasan ante la televisión (a diario y por semana).
4. Apagar la televisión durante la horas de las comidas y del tiempo de estudio.
5. Apagar los programas que no les parezcan apropiados para su niño.
Además, los padres pueden hacer lo siguiente: no permitir a los niños mirar televisión por horas de corrido, al contrario, deben de seleccionar programas específicos para los niños. Seleccionen programas que sean adecuados para el nivel de desarrollo de su niño. Los programas de niños en la televisión pública son apropiados, pero las novelas, las comedias para adultos y los programas de conversación de adultos no lo son. Establezcan ciertos períodos cuando el televisor esté apagado. Las horas de estudio deben dedicarse al aprendizaje, no son para sentarse frente a la televisión mientras tratan de hacer la tarea. Las horas de las comidas son tiempo para conversar con otros miembros de la familia y no para mirar la televisión.

Estimule discusiones con sus hijos sobre lo que están viendo cuando están mirando un programa juntos. Señale el comportamiento positivo como la cooperación, la amistad y el interés por otros. Mientras están mirando, hágale conexiones con la historia, libros, lugares de interés y eventos personales. Hableles de sus valores personales y familiares y cómo se relacionan con lo que están viendo en el programa. Pidale a los niños que comparen lo que están viendo con eventos reales. Dejeles saber las verdaderas consecuencias de la violencia. Discuta con ellos el papel de la publicidad y su influencia en lo que se compra. Estimule a su niño para que se envuelva en pasatiempos, deportes y con amigos de su misma edad. Con la orientación apropiada, su hijo puede aprender a usar la televisión de una manera saludable y positiva.

viernes, 13 de enero de 2012

¿Cómo formar niños y niñas con liderazgo positivo?

!Estoy harta, tengo que repetirte mil veces las cosas para ver si acaso hacés algo!

Esta es una frase que retumba constantemente en nuestros hogares, dicho sea de paso no siempre los padres de familia hacen un alto en el camino para evaluar su fuente. Lo cierto del caso es que tiene que ver con el liderazgo personal y para comprobarlo respóndame estas preguntas, ¿cree usted que a un líder hay que recordarle con frecuencia lo que tiene que hacer?, ¿se imagina usted al Gerente de una empresa que la Junta Directiva tenga que recordarle sus obligaciones?, o bien ¿existirá algún médico que atendiendo un parto se le tenga que enlistar sus funciones?. La respuesta unánime: NO.

Soy del pensamiento que Jesús en sus años de ministerio al lado de sus discípulos estuvo interesado en que ellos desarrollaran su propio auto-liderazgo, Jesús tenía claro que no podía desarrollar una relación de dependencia ni mucho de sobreprotección pues EL tenía que completar su misión y eran los propios discípulos quienes deberían de ir por todo el mundo y “haced discípulos”. Jesús cada momento lo aprovechó para que sus discípulos estimularan sus dones y talentos y lograran desde ahí la influencia que aún somos testigos usted y yo tantos años después.


Si volvemos a la familia, puedo afirmar que el liderazgo se logra medir en los hijos e hijas desde sus primeros años de vida, entendiendo liderazgo entre otras cosas como la capacidad de influir, de asumir y decidir, de iniciar sin esperar, de organizar para alcanzar, claro está donde los resultados que se alcancen generen un beneficio grupal sin lesionar a terceros, de lo contrario estaríamos hablando de liderazgo negativo.

¿A cuál padre de familia no le gustaría formar un hijo o hija con liderazgo positivo?


La psicología moderna plantea que la labor de los padres de familia a través de la disciplina que ejercen hacia sus hijos e hijas “debería” tener como objetivo el desarrollo del autocontrol y de la auto-regulación, en otras palabras que los hijos e hijas por sí mismas aprendan a controlar sus actos y a decidir de manera acertada; sin embargo los patrones de crianza muchas veces se alejan de este objetivo, lo que a mediano y largo plazo puede limitar el potencial de liderazgo de las personas en formación.

Aquella discusión que ha permanecido por siempre sobre el liderazgo, ¿nace o se hace?, nos lleva a recordar algunas investigaciones desde la psicología social las cuales se han llevado a cabo de manera experimental y han brindado evidencias de que el liderazgo se hace, se hace desde una dinámica familiar sana donde los padres de familia tienen sus roles claros así como su propósito parental: formar hijos e hijas seguras de sí mismas.

Si usted desea formar niños y niñas con un liderazgo positivo considere las siguientes recomendaciones:

1. Revise su estilo y patrones de crianza. Cuando un padre de familia tiene un patrón de crianza basado en la sobreprotección y el control hacia sus hijos probablemente limitará el potencial del menor, generando una relación de dependencia donde el hijo no podrá tener sus propios criterios para asumir sus decisiones, lo que se irá transformando en un sentimiento de inseguridad que le inhibirá en diversos estadios.

2. Participe a los hijos en los procesos de toma de decisiones. Es lo que se llama “Liderazgo democrático”, lo que no sólo modela un liderazgo efectivo sino que permite que los demás se involucren en la construcción de las soluciones generando a la vez un sentido de responsabilidad personal que muestran las personas con liderazgo. Sabemos que hay decisiones en un hogar que no son negociables pero existen en la cotidianidad familiar una serie de oportunidades para estimular en los hijos el liderazgo al construir en conjunto posibles soluciones.

3. Establezca una lista de deberes pero permita que los hijos las ejecuten según su estilo. El hecho de que un hijo tenga que cumplir con una serie de deberes le enseña desde temprana edad en la búsqueda de objetivos así como en la habilidad de organización personal, aspectos cruciales en el liderazgo. Sumado a lo anterior permita que en la ejecución de los deberes, los hijos establezcan su plan de acción limitando su función como adulto a establecer los plazos así como a su supervisar los resultados.

4. No reprima la iniciativa de los hijos. Aquellos patrones de crianza donde no se estimula la autonomía, la iniciativa y la creatividad, genera en los hijos un sentimiento de frustración y de temor que a la postre lesiona no sólo su autoestima sino su propia auto eficacia, la cual hace referencia al juicio que se hace de las propias capacidades. Aumente su tolerancia al error pues permitirle tomar la iniciativa es una excelente actividad para fortalecer la voluntad del menor. Aclare a la vez el margen de iniciativa y por supuesto los riesgos cuando sea necesario.

5. Utilice el reforzamiento verbal para estimular el liderazgo. Refuerce verbalmente a los hijos cuando han asumido un reto, han llevado una tarea, han cumplido con su deber, han tomado una decisión, etc. La mejor recompensa para cualquier persona es el elogio, más si se lleva a cabo en público, razón por la cual utilizar este recurso es crucial, eso si no olvide que a los hijos se les refuerza y se les ama por lo que SON y no por lo que HACEN, de manera tal que amplíe su concepto de liderazgo, no en función solo del LOGRAR sino del SER.

6. Ayúdele a sus hijos e hijas a encontrar su propósito en Dios: aunque esto no es asunto de una actividad aislada sino de un proceso continuo, es fundamental que usted logre estimular los dones y talentos de sus hijos con el fin de que puedan comprender el propósito de los mismos según la perspectiva de Dios, pues este si es el verdadero éxito de un líder: ejercitar sus dones y talentos bajo la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta.

escrito por Wagner Eduarte

lunes, 2 de enero de 2012

Establecimiento de normas y límites

La responsabilidad en los niños depende de la capacidad de estos de entender y respetar las normas y límites. Por ello es necesario que al establecer normas y límites estos sean muy claros y razonables, que den seguridad al niño, al tiempo que le ofrezcan, en la medida de lo posible, alguna libertad de elección según su edad.
Las normas son necesarias porque sin normas no hay seguridad, ni equilibrio, ni estabilidad, ni inclusión, ni convivencia. Sin normas no hay sociedad, ni empresa, ni familia, ni colegio. A falta de reglas, el caos y la anarquía no tardan en ser una realidad.

Asimismo, es fundamental que el niño, sepa qué es exactamente lo que se espera de él en cada momento, por ejemplo, en el colegio o en casa. Esto le dará confianza y sabrá hacia dónde dirigir sus acciones.

No consiste en imponer a los niños todo un paquete de normas y límites que deberán acatar sin más. Conviene explicarles el porqué de la necesidad de las mismas, y enseñarles a respetarlas, para que las entiendan, las valoren y, sobretodo, las acepten.
Las normas y límites establecidos deberían cumplir unos requisitos básicos:

• Que sean sencillas y simples. Es imprescindible huir de lo complicado.

• Que sean justas.

• Que tengan un fin. Es decir, que el no cumplimiento de estas normas y límites conlleve unas consecuencias previsibles.

• Que se apliquen de forma coherente y en su momento con puntualidad.

• Que se puedan explicar, consensuar y negociar cuando sea el caso.

• Que se hagan respetar y se comprendan.

• Que estén acorde a las características particulares de cada niño y familia, por ejemplo, la edad, etapa de desarrollo y personalidad.

En la familia, la participación de los padres en el establecimiento de normas y límites, y la aplicación de ambos bajo el mismo criterio es importante para dar sentido y coherencia a la disciplina en casa y evitar que el niño se desoriente. Los niños deben conocer, aprender y respetar en su entorno familiar normas y límites que serán bastante similares a los que posteriormente encontrará en la sociedad en la que vive.

Trasmitir valores a los niños

"Consejos para transmitir valores a los niños"

Los valores son los principios que rigen el comportamiento humano y social. Los valores establecen una pauta para una buena convivencia social. Cada sociedad potencia sus propios valores a partir de unas normas no escritas que se inculcan a través de las relaciones sociales.

Algunos valores son: la solidaridad, la cooperación, la honestidad, la humildad, el trabajo, la familia, la tolerancia, el amor, la compasión, etc.

En estos últimos años llegan a los medios de comunicación actos violentos y vandálicos hechos por adultos y por adolescentes. Estas noticias ponen sobre la mesa la necesidad de enseñar y trasmitir valores a los niños desde la familia y el colegio en pro de una mejor convivencia:

• Los padres deben ser coherentes entre lo que dicen y lo que hacen. Por ejemplo, si se pretende potenciar los valores familiares y se le explica lo importante que es el amor y el apoyo familiar pero acto seguido se descuidan a los abuelos. El niño no recibirá el mensaje oral, sino el mensaje no verbal.

• Los niños deben ver en sus padres un reflejo de los valores que van a adquirir, de modo que el niño aprenderá la solidaridad de padres solidarios, el respeto de padres respetuosos, la honradez de padres honrados, etc.

• Conviene reforzar los valores, aunque se considere que el acto es normal se lo debe felicitar, de modo que se lo felicitará cuando coopere, cuando sea justo, cuando sea respetuoso, etc.

• Elegir cuidadosamente los libros, juguetes, videojuegos que se les compran a los niños. Actualmente existen multitud de libros y cuentos para todas las edades que refuerzan los distintos valores.

• Discutir los sucesos que pasan a su alrededor adaptándolos al nivel de comprensión del niño y aprovecharlos para que aprendan. Aprovechar los dibujos animados, los videojuegos, etc. que le gusten al niño para sacar moralejas. De todos ellos se puede sacar aprendizajes y valores.

Es básico que para transmitir valores a los niños, los adultos tengan incorporados estos valores y cada uno en la medida de sus posibilidades trabaje para potenciarlos, consiguiendo así, de forma inconsciente, que los niños aprendan a su vez nuevos valores adaptándolos en la sociedad a la que les toca vivir.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Reforzar una conducta




"Hay que prestar atención a las conductas positivas del niño de 6 a 12 años y elogiar sus esfuerzos"

Cuando un adulto está satisfecho de la conducta de un niño y decide premiarle, se le ocurre recompensarle con una chuchería, un juego o incluso con la realización de alguna actividad que está fuera de lo común. Pero cuando el adulto sonríe al niño, le presta atención y/o lo felicita también está reforzando y potenciando una conducta.

Distintas investigaciones han demostrado que se saca más partido y se obtienen mejores resultados prestando atención y haciéndole saber al niño que está haciendo bien las cosas o que se está orgulloso de su esfuerzo que prestando atención a los errores o a la no acción. Lo anterior no indica que no se le tenga que decir cuando lo hace mal, sino que hay que enseñarle cómo queremos que actúe.

Muchas veces la atención paterna y el elogio son el único premio que necesita un niño para lograr la motivación.

A menudo, los padres pasan por alto la importancia de utilizar el elogio y otros premios sociales tales como sonrisas y abrazos con los niños. Una de las razones es porque en ocasiones, los adultos piensan que los niños se deberían comportar adecuadamente sin la intervención de un adulto, y que el elogio solo se debería dar con un excelente comportamiento o un desempeño perfecto, y se olvidan de elogiar el esfuerzo o cuando los niños realizan sus actividades sin quejarse.

La falta de elogio y atención en los comportamientos adecuados puede llevar a aumentar el mal comportamiento simplemente por el hecho de no reforzar las conductas positivas. Un error inconsciente bastante común es atender a las cosas cuando son inadecuadas o van mal, y no a aquellas que son adecuadas.

Una conducta a la que se presta atención tiende a repetirse, aunque esta atención sea en forma de regañinas o castigos. Sin embargo, aquellas conductas que no reciben atención tienden a desaparecer, siempre y cuando no reciban algún tipo de recompensa por las mismas. Conviene analizar y reflexionar ante una conducta qué es lo que realmente se está reforzando y cambiarlo si es necesario.



Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo

Reducir la frustración de los niños



"Algunos niños toleran mejor la frustración que otros"

Muchos niños están acostumbrados a obtener todo aquello que desean: cuando necesitan un jersey verde para que haga juego con sus pantalones nuevos se lo compran, cuando les apetece el nuevo juego de moda se lo regalan, cuando quieren cambiarse de móvil lo obtienen, etc. De este modo aprenden que la vida es fácil, que su familia se lo resolverá todo y que a ellos les implicará el menor esfuerzo.

Pero a medida que se van socializando y empiezan a interactuar con el exterior se encuentran con una sociedad competente, donde el fracaso tiene cabida y el "no" es frecuente. Algunos niños se adaptan con facilidad a este cambio, pero otros no. Por esta razón se recomienda minimizar el contraste:

• Enseñarle a esperar la recompensa gradualmente. Excepto en situaciones específicas (cumpleaños, navidades, etc.) los regalos se deben hacer a cambio de algo, el niño debe esforzarse para conseguir lo que quiere. Se pueden aplicar sistemas de puntos.

• No conviene acceder a demandas irracionales. Si quiere un juego nuevo, pero ya tiene varios juegos con los que apenas ha jugado no sucumbir a su demanda.

• Enseñarle a respetar los turnos. No dejar que interrumpa las conversaciones. Una buena forma de enseñarle es a través de los juegos de mesa, cada uno tiene su turno y se debe respetar para que el juego avance.

• No dejarle ganar siempre en los juegos. Cuando gane él mostrar cómo se puede ser un buen perdedor, de modo que cuando le toque a él sea capaz de aceptar la derrota.
• Enseñarle a compartir. Reforzar con elogios las actitudes de compartir juguetes, comida, juegos o sus cosas con sus hermanos o amigos.

A través de la frustración el niño aprende que el mundo no gira en torno a él: aprende autocontrol, que no siempre puede conseguir lo que quiere, que debe compartir, que a veces se gana y otras se pierde. Si este aprendizaje se hace paulatinamente y se ayuda a reducir la frustración de los niños no la vivirá de forma tan angustiosa y los padres se ahorrarán más de una pataleta.


Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo

lunes, 14 de noviembre de 2011

El ejercicio de la autoridad en la familia




"los padres llevan a cabo la representación de un papel que les ha venido al fundar una familia, tener que ejercer la autoridad en la misma"

Una de las acepciones de la palabra autoridad en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua es "carácter o representación de una persona por su empleo, mérito o nacimiento". Así pues, los padres llevan a cabo la representación de un papel que les ha venido al fundar una familia, tener que ejercer la autoridad en la misma.


El ejercicio de la autoridad tiene varias fases:

a) Conocimiento de las metas comunes que tienen los miembros que forman el grupo. La familia como grupo humano está compuesta por personas que tienen niveles distintos de maduración, de responsabilidad, pero que tienen unos vínculos, espacios y metas comunes. Esto no es percibido conscientemente cuando los hijos son pequeños, pero al madurar lo asumen de manera implícita.

b) Comunicar y consensuar con los otros miembros lo que quiere conseguir quien ejerce la autoridad. Quien ostenta la autoridad tiene que saber qué quiere para el grupo. Necesita de un tiempo de clarificación personal. Cuando lo ha realizado, precisa exponerlo de manera explícita a los otros que forman el grupo, de forma verbal como a través de su conducta y decisiones para hallar el consenso entre los miembros del grupo.

c) Cumplir y hacer cumplir las metas marcadas y consensuadas. Pero no basta que todos los miembros del grupo sepamos qué hay que hacer, es necesario que se lleve a la práctica lo previsto. Es la capacidad de mover que tiene quien ejerce la autoridad, ya sea por su fama o prestigio, ya sea por procedimientos más coactivos.
Prescindir de las fases puede dar lugar a deformaciones de la autoridad. Cuando se prescinde de comunicar y consensuar entre los miembros las normas, surge el autoritarismo -ejercicio arbitrario de la autoridad-; cuando no se cumplen ni se hacen cumplir las normas marcadas y consensuadas, se instala el abandonismo -la renuncia a la autoridad.

Los padres tienen autoridad por el hecho de ser padres. Pero la autoridad se mantiene, se pierde o se recobra por el modo de comportarse.

La autoridad se mantiene o se recobra por el prestigio. Esta afirmación es equivalente a la de "educamos por lo que somos". Es decir, por la congruencia entre lo que somos, lo que hacemos y lo que decimos.


¿Cómo se tiene prestigio con los hijos?:

▪ Por el buen humor: Hay diferentes estilos personales, pero todos se apoyan en el optimismo -saber descubrir primero lo positivo de cada persona y de cada situación- y en la confianza.

▪ Por la serenidad: Porque asegura las mejores condiciones para actuar con sensatez y con flexibilidad. El nerviosismo, por el contrario, empeora la situación y, desde luego, desprestigia. Han de vernos serenos, sin dar paso a la ira o al enfado por nimiedades; han de vernos que no sacamos las cosas de quicio... Se puede comprobar, además, como los hijos adoptan conductas más serenas cuando están ante una persona tranquila, que no responde con cólera sino con un tono de voz sosegado y conciliador.

▪ Por la paciencia: Los padres tienen un sexto sentido que avisa cuándo y cuánto es necesario volcarse con cada uno, a causa de una enfermedad, unos problemas en clase...

▪ Por mantener una línea de actuación sin dar bandazos, graduando la exigencia según las circunstancias, sin dejar nunca de exigir y exigirse-. Desprestigia el dramatismo, el echar en cara, el lamentarse, los falsos juicios...

▪ Por el interés con que se sigue el estudio y los problemas de los hijos, sabiendo apreciar el esfuerzo que se hace, aunque no se traduzca en resultados. Escuchar y dedicar tiempo a "sus problemas" que, aunque nos parezcan nimiedades pueden pesar como losas para ellos. Pero si les apartamos a un lado porque nosotros sí estamos haciendo algo importante (ver la TV, terminar un informe, descansar...), cada vez será más difícil que nos cuentes sus cosas.

▪ Cuando los padres van por delante en lo que exigen de sus hijos: Sin ser perfeccionistas, que conozcan sus fallos y limitaciones, y sus esfuerzos por superarlos.

▪ Cuando se fomenta el prestigio del otro cónyuge: Aprovechar toda ocasión para destacar, discretamente, en una conversación privada con cada hijo, los puntos fuertes del otro cónyuge es una forma de potenciar la autoridad del otro. De un modo sugerente: "¿Te has fijado en tal aspecto de tu padre o madre...?" Y, a continuación, pasar a otra cosa en la conversación.


La autoridad de los padres se refuerza cuando....

▪ Hay acuerdo en cómo educar a los hijos, y en cómo armonizar la autoridad paterna y materna para una mejor educación de cada hijo. La autoridad de los padres ha de ser complementaria, no excluyente, no delegada de uno en otro cónyuge.

▪ Se apela al razonamiento al diálogo, se potencia la responsabilidad de los hijos por aproximaciones sucesivas. Huir tanto del sobreproteccionismo como del desentenderse cuando pueden necesitar ayuda.

▪ Se llega a acuerdos en temas puntuales con los hijos. Se pueden concretar dichos acuerdos mediante contratos de conducta. El llegar a una conducta-meta en los hijos conlleva el descomponerla en los pasos mínimos sucesivos, que hay que reforzar las aproximaciones a la conducta meta y extinguir la conducta a eliminar.

▪ Se evita el sermonear reiterativo porque suele tener un efecto contrario al buscado. Si hay que decir algo a alguien, se dice a solas, de manera clara, con formulación positiva, llegando a acuerdos y fijado el tiempo de revisión de los mismos.
▪ Somos firmes cuantas veces sea necesario, pero sabiendo cambiar a actitudes de flexibilidad y cariño siempre que sea preciso.

▪ Se presta atención al buen comportamiento, a los aspectos positivos que tiene toda persona, y no se atiende únicamente a las conductas desadaptativas.

▪ Se explica con razonamientos por qué los corriges, y se respeta a la persona y se le ayuda a mejorar en los defectos que tiene. Hay que demorar la entrevista para corregir a un hijo nuestro, si no tenemos la suficiente serenidad para hacerlo en este momento. No tratar de vencer sino de convencer. Es la fuerza de la razón quien se ha de imponer no la de los años.

▪ Se le da suficiente autonomía y libertad poco a poco, según el uso correcto que van haciendo de ella. Saber "ir soltando poco a poco las amarras" del niño y sobre todo del adolescente, quedándose lejos por si hace falta ayuda en algún momento.



Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo

Consejos para conseguir pactos equilibrados con los niños



A todos nos gustan las personas que incluyen en su registro de conducta la devolución de favores, el cumplimiento de promesas y acuerdos y, en definitiva, son justos y equitativos. Los niños aprenderán este código de conductas cuando tienen buenos ejemplos, buenos modelos en los adultos que los educan. Los buenos padres tienen estos registros de conducta y consiguen pactos con sus hijos para enseñarles a comportarse de forma adecuada.

¿Cuándo vivimos situaciones donde es más necesario el pacto? Las ocasiones se centran en elementos como las faenas de la casa, las tareas del colegio, la eliminación de las normas o relevar a sus hijos de tareas pesadas... Conseguimos un buen pacto cuando convertimos una tarea en algo que no parece a un trabajo. Pero cuidado, hacerse favores mutuos puede tener un efecto negativo, porque se pueden acumular resentimientos sobre favores no cumplidos y utilizarlos, con el tiempo, como arma para manipular.

No es necesario estar haciendo siempre pactos cuando hacemos algo por los hijos porque convertiríamos la relación paterno-filial en un negocio. Es mejor hacer tratos cuando el equilibrio de favores está descompensado.
Algunos consejos prácticos para conseguir pactar con nuestros hijos de manera adecuada:

• Espere algo a cambio que necesite realmente o que le sería de gran ayuda, no algo que a su hijo le gusta de todos modos. Aceptar cualquier cosa que quiera hacer el niño crea sensación de impotencia en el padre.
• Evite los pactos a posteriori. "Ayer hice esto por ti, ahora deberías hacer algo por mí". Esto hace que el niño se sienta culpable; no es un buen trato. Se trata de chantaje.
• Obligue al niño a cumplir su parte del trato pronto y rápidamente. Los acuerdos contractuales a largo plazo se olvidan o se modifican. Los niños creerán que se han librado de cumplir su parte del trato y los padres tendrán la impresión de haber sido estafados.
• Cuando el niño hace algo por el padre sin intentar llegar a un trato (a veces ocurre), hay que devolver el favor cuanto antes.
• Hay que recordar a los niños los pactos a los que se han comprometido sin castigarles por no haber cumplido su parte. La consecuencia será la negativa del padre a hacer otro pacto en un breve espacio de tiempo. Limite su buena disposición a hacer favores a un niño que no los devuelve.


Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Disciplina




"El ayudar al niño a comportarse de una manera aceptable es una parte esencial de su crianza"

La disciplina varía con la edad. No hay una manera correcta de criar a los niños, pero los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan las siguientes reglas:

• Generalmente, los niños quieren complacer a sus padres. Los padres, si son sabios, integran este deseo de complacer a sus actividades disciplinarias.

• Cuando los padres demuestran su alegría y aprobación por el comportamiento que les agrada, esto refuerza el buen comportamiento del niño. Cuando los padres demuestran su desaprobación al comportamiento peligroso o desagradable del niño pequeño, tienen mayor posibilidad de éxito cuando el niño sea mayor.

• La forma en la que el padre corrige el mal comportamiento del niño o adolescente tiene que hacerle sentido al hijo. El padre no puede ser tan estricto, que el niño o el adolescente no sienta más adelante el amor y la buena intención del padre.
• Los niños y adolescentes pueden hacer que sus padres se enojen. Los padres deben tener control de sí mismos cuando están enojados. Aunque un grito de "no" puede atraer la atención de un niño pequeño que está por cruzar la calle, puede conseguir intranquilizar al bebé que está llorando. Los niños mayores deben de saber lo que se espera de ellos. Los padres deben de ponerse de acuerdo y deben de explicarle claramente las reglas al niño o al adolescente.

• En nuestra sociedad heterogénea, donde existen tantas culturas y maneras de criar los niños, cada familia espera un comportamiento diferente de sus hijos.

• Se le puede permitir a un niño ir y venir cuando quiera, mientras que a otro se le pueden imponer horas fijas de regresar a la casa. Cuando los padres y los niños no están de acuerdo sobre las reglas, ambos deben de tener un intercambio de ideas que los ayude a conocerse. Sin embargo, los padres son los responsables de establecer las reglas y los valores de la familia.

• Evitar que el comportamiento indeseable comience es más fácil que ponerle fin luego.

• Es mejor colocar los objetos frágiles o valiosos fuera del alcance de los niños pequeños que el castigarlos por romperlos. Los padres deben estimular la curiosidad dirigiéndola hacia actividades tales como hacer rompecabezas, aprender a pintar o leer.

• El cambiar el comportamiento apropiado del niño puede ayudarlo a obtener el dominio de sí mismo que necesita para que sea reponsable y considerado con otros.El dominio de sí mismo o autocontrol no ocurre automáticamente o de repente. Los niños pequeños necesitan que sus padres los guíen y apoyen para que comiencen el proceso de aprender a controlarse. El autocontrol corrientemente comienza a los seis años. Cuando los padres guían el proceso, el auto-control aumenta durante los años escolares. Los adolescentes pueden todavía experimentar y rebelarse, pero la mayor parte de ellos pasa por este período y llega a ser un adulto responsable, especialmente si desde temprana edad han experimentado un buen entrenemiento.

• Las familias transmiten sus métodos de disciplina y sus expectativas a los niños de generación en generación.

Cuando los intentos de disciplinar al niño no tienen éxito, puede ser beneficioso consultar con alguien fuera de la familia para que nos ofrezca sugerencias sobre la crianza del niño. Los profesionales especializados en el desarrollo y el comportamiento infantil pueden darle información acerca de la manera de pensar y de desarrollarse el niño. También pueden sugerir métodos para modificar el comportamiento; con la paciencia de los padres y la ayuda de los profesionales cuando sea necesaria, puede allanarse el camino para que los niños aprendan lo que la sociedad espera de ellos y lo que ellos pueden esperar de sí mismos.


Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo

Ayudar a los niños en los límites y responsabilidades



Para un niño es normal tener cierto temor a los límites y responsabilides, temor que desaparece conforme el niño va comprobando que límites y consecuencias se integran en un sistema coherente"

Padres y educadores pueden contribuir a conformar el sentido de los límites de diferentes maneras:

• Sabiendo claramente ellos mismos lo que esperan de los niños.

• Exponiendo sus expectativas de manera que los niños las entiendan, incluyendo la asignación de responsabilidad acerca de tareas y deberes.

• Averiguando si el niño entiende estas expectativas, bien haciéndolas repetir o bien guiándole mientras las cumple.

• Estableciendo claramente los límites de tiempo razonables para realizar tareas o debes escolares, sin ambigüedades.

• Explicando al niño las consecuencias de no hacer las cosas. Estas consecuencias deben aplicarse coherentemente, sin sentimientos de culpabilidad o remordimientos y sin hacer sufrir al niño. La coherencia es más importante que la severidad.

• Redactando y colocando un cartel con todas las reglas y las obligaciones, de modo que no pueda alegarse como excusa "el olvido"

• Participando padres y madres (cuando sea posible) en la explicación de las reglas al niño. Así sabrá que ambos las apoyan y mantienen.

• Consiguiendo que todos los niños de la familia o de la clase tengan responsabilidades equiparables, con los ajustes necesarios en función de su edad y de sus habilidades particulares.


Un niño es responsable cuando sus actos coordinan, de forma creativa, sus propios objetivos con las necesidades de los demás. Para ello, los adultos tienen que ayudar al niño a obtener este equilibrio, a definir sus propios valores y a resolver las dificultades en función de sus propios sentimientos.

El niño que posea sentido de la responsabilidad cosechará éxitos cada vez con mayor frecuencia, y se beneficiará de las consecuencias positivas de esos éxitos.



Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo