lunes, 2 de enero de 2012

Establecimiento de normas y límites

La responsabilidad en los niños depende de la capacidad de estos de entender y respetar las normas y límites. Por ello es necesario que al establecer normas y límites estos sean muy claros y razonables, que den seguridad al niño, al tiempo que le ofrezcan, en la medida de lo posible, alguna libertad de elección según su edad.
Las normas son necesarias porque sin normas no hay seguridad, ni equilibrio, ni estabilidad, ni inclusión, ni convivencia. Sin normas no hay sociedad, ni empresa, ni familia, ni colegio. A falta de reglas, el caos y la anarquía no tardan en ser una realidad.

Asimismo, es fundamental que el niño, sepa qué es exactamente lo que se espera de él en cada momento, por ejemplo, en el colegio o en casa. Esto le dará confianza y sabrá hacia dónde dirigir sus acciones.

No consiste en imponer a los niños todo un paquete de normas y límites que deberán acatar sin más. Conviene explicarles el porqué de la necesidad de las mismas, y enseñarles a respetarlas, para que las entiendan, las valoren y, sobretodo, las acepten.
Las normas y límites establecidos deberían cumplir unos requisitos básicos:

• Que sean sencillas y simples. Es imprescindible huir de lo complicado.

• Que sean justas.

• Que tengan un fin. Es decir, que el no cumplimiento de estas normas y límites conlleve unas consecuencias previsibles.

• Que se apliquen de forma coherente y en su momento con puntualidad.

• Que se puedan explicar, consensuar y negociar cuando sea el caso.

• Que se hagan respetar y se comprendan.

• Que estén acorde a las características particulares de cada niño y familia, por ejemplo, la edad, etapa de desarrollo y personalidad.

En la familia, la participación de los padres en el establecimiento de normas y límites, y la aplicación de ambos bajo el mismo criterio es importante para dar sentido y coherencia a la disciplina en casa y evitar que el niño se desoriente. Los niños deben conocer, aprender y respetar en su entorno familiar normas y límites que serán bastante similares a los que posteriormente encontrará en la sociedad en la que vive.

Trasmitir valores a los niños

"Consejos para transmitir valores a los niños"

Los valores son los principios que rigen el comportamiento humano y social. Los valores establecen una pauta para una buena convivencia social. Cada sociedad potencia sus propios valores a partir de unas normas no escritas que se inculcan a través de las relaciones sociales.

Algunos valores son: la solidaridad, la cooperación, la honestidad, la humildad, el trabajo, la familia, la tolerancia, el amor, la compasión, etc.

En estos últimos años llegan a los medios de comunicación actos violentos y vandálicos hechos por adultos y por adolescentes. Estas noticias ponen sobre la mesa la necesidad de enseñar y trasmitir valores a los niños desde la familia y el colegio en pro de una mejor convivencia:

• Los padres deben ser coherentes entre lo que dicen y lo que hacen. Por ejemplo, si se pretende potenciar los valores familiares y se le explica lo importante que es el amor y el apoyo familiar pero acto seguido se descuidan a los abuelos. El niño no recibirá el mensaje oral, sino el mensaje no verbal.

• Los niños deben ver en sus padres un reflejo de los valores que van a adquirir, de modo que el niño aprenderá la solidaridad de padres solidarios, el respeto de padres respetuosos, la honradez de padres honrados, etc.

• Conviene reforzar los valores, aunque se considere que el acto es normal se lo debe felicitar, de modo que se lo felicitará cuando coopere, cuando sea justo, cuando sea respetuoso, etc.

• Elegir cuidadosamente los libros, juguetes, videojuegos que se les compran a los niños. Actualmente existen multitud de libros y cuentos para todas las edades que refuerzan los distintos valores.

• Discutir los sucesos que pasan a su alrededor adaptándolos al nivel de comprensión del niño y aprovecharlos para que aprendan. Aprovechar los dibujos animados, los videojuegos, etc. que le gusten al niño para sacar moralejas. De todos ellos se puede sacar aprendizajes y valores.

Es básico que para transmitir valores a los niños, los adultos tengan incorporados estos valores y cada uno en la medida de sus posibilidades trabaje para potenciarlos, consiguiendo así, de forma inconsciente, que los niños aprendan a su vez nuevos valores adaptándolos en la sociedad a la que les toca vivir.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Reforzar una conducta




"Hay que prestar atención a las conductas positivas del niño de 6 a 12 años y elogiar sus esfuerzos"

Cuando un adulto está satisfecho de la conducta de un niño y decide premiarle, se le ocurre recompensarle con una chuchería, un juego o incluso con la realización de alguna actividad que está fuera de lo común. Pero cuando el adulto sonríe al niño, le presta atención y/o lo felicita también está reforzando y potenciando una conducta.

Distintas investigaciones han demostrado que se saca más partido y se obtienen mejores resultados prestando atención y haciéndole saber al niño que está haciendo bien las cosas o que se está orgulloso de su esfuerzo que prestando atención a los errores o a la no acción. Lo anterior no indica que no se le tenga que decir cuando lo hace mal, sino que hay que enseñarle cómo queremos que actúe.

Muchas veces la atención paterna y el elogio son el único premio que necesita un niño para lograr la motivación.

A menudo, los padres pasan por alto la importancia de utilizar el elogio y otros premios sociales tales como sonrisas y abrazos con los niños. Una de las razones es porque en ocasiones, los adultos piensan que los niños se deberían comportar adecuadamente sin la intervención de un adulto, y que el elogio solo se debería dar con un excelente comportamiento o un desempeño perfecto, y se olvidan de elogiar el esfuerzo o cuando los niños realizan sus actividades sin quejarse.

La falta de elogio y atención en los comportamientos adecuados puede llevar a aumentar el mal comportamiento simplemente por el hecho de no reforzar las conductas positivas. Un error inconsciente bastante común es atender a las cosas cuando son inadecuadas o van mal, y no a aquellas que son adecuadas.

Una conducta a la que se presta atención tiende a repetirse, aunque esta atención sea en forma de regañinas o castigos. Sin embargo, aquellas conductas que no reciben atención tienden a desaparecer, siempre y cuando no reciban algún tipo de recompensa por las mismas. Conviene analizar y reflexionar ante una conducta qué es lo que realmente se está reforzando y cambiarlo si es necesario.



Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo

Reducir la frustración de los niños



"Algunos niños toleran mejor la frustración que otros"

Muchos niños están acostumbrados a obtener todo aquello que desean: cuando necesitan un jersey verde para que haga juego con sus pantalones nuevos se lo compran, cuando les apetece el nuevo juego de moda se lo regalan, cuando quieren cambiarse de móvil lo obtienen, etc. De este modo aprenden que la vida es fácil, que su familia se lo resolverá todo y que a ellos les implicará el menor esfuerzo.

Pero a medida que se van socializando y empiezan a interactuar con el exterior se encuentran con una sociedad competente, donde el fracaso tiene cabida y el "no" es frecuente. Algunos niños se adaptan con facilidad a este cambio, pero otros no. Por esta razón se recomienda minimizar el contraste:

• Enseñarle a esperar la recompensa gradualmente. Excepto en situaciones específicas (cumpleaños, navidades, etc.) los regalos se deben hacer a cambio de algo, el niño debe esforzarse para conseguir lo que quiere. Se pueden aplicar sistemas de puntos.

• No conviene acceder a demandas irracionales. Si quiere un juego nuevo, pero ya tiene varios juegos con los que apenas ha jugado no sucumbir a su demanda.

• Enseñarle a respetar los turnos. No dejar que interrumpa las conversaciones. Una buena forma de enseñarle es a través de los juegos de mesa, cada uno tiene su turno y se debe respetar para que el juego avance.

• No dejarle ganar siempre en los juegos. Cuando gane él mostrar cómo se puede ser un buen perdedor, de modo que cuando le toque a él sea capaz de aceptar la derrota.
• Enseñarle a compartir. Reforzar con elogios las actitudes de compartir juguetes, comida, juegos o sus cosas con sus hermanos o amigos.

A través de la frustración el niño aprende que el mundo no gira en torno a él: aprende autocontrol, que no siempre puede conseguir lo que quiere, que debe compartir, que a veces se gana y otras se pierde. Si este aprendizaje se hace paulatinamente y se ayuda a reducir la frustración de los niños no la vivirá de forma tan angustiosa y los padres se ahorrarán más de una pataleta.


Tomado de: http://www.baobabparents.com/padres/articulo